
Las tensiones entre India y Pakistán han vuelto a cobrar protagonismo tras el reciente ataque terrorista en Pahalgam, que dejó un saldo de 26 civiles muertos, en su mayoría hindúes. Este incidente, que se atribuye a grupos terroristas con base en Pakistán, ha reavivado el debate sobre la seguridad en la región y ha puesto de manifiesto la influencia que China ejerce sobre Islamabad en este contexto geopolítico tan delicado.
La relación entre India y Pakistán ha experimentado cambios significativos en las últimas décadas, y la reciente visita del Ministro de Relaciones Exteriores de Pakistán, Ishaq Dar, a Beijing, tras el enfrentamiento militar con Nueva Delhi, subraya la importancia de los lazos entre ambos países. Durante su encuentro, el Ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, reafirmó a Pakistán como un «amigo de hierro» y un «socio estratégico de todo tiempo». Esta declaración no solo refleja la cercanía entre Pekín e Islamabad, sino que también indica cómo China está utilizando su influencia para contrarrestar el ascenso de India como potencia regional.
Un contexto geopolítico complejo
El ataque en Pahalgam no puede ser considerado un hecho aislado, sino que se inscribe en un panorama geoestratégico más amplio que está moldeando el futuro de Asia. La escalada de tensiones se produce en un momento en que India se perfila como un nuevo centro de manufactura, especialmente tras la salida de grandes empresas occidentales como Apple de China. Esta situación ha llevado a que India sea vista como una alternativa viable, lo que podría amenazar los intereses económicos de Pekín.
La inestabilidad en la región podría desviar la atención global del crecimiento de India hacia preocupaciones internas y de seguridad, lo que a su vez podría afectar la inversión extranjera y el desarrollo de infraestructuras. La estrecha relación política, económica y militar de China con Pakistán, un socio que enfrenta serias dificultades económicas, le otorga a Pekín un nivel de influencia considerable sobre cómo Islamabad maneja sus relaciones con Nueva Delhi.
En este contexto, India se vio obligada a actuar militarmente, lo que conlleva riesgos de escalada y repercusiones económicas. Sin embargo, logró negociar un alto el fuego tras afectar varias bases aéreas y campamentos terroristas en Pakistán, a pesar de la presión popular en contra de la desescalada.
La economía de Pakistán, que se encuentra al borde de la quiebra, ha visto caer sus reservas de divisas a niveles alarmantes. A pesar de un rescate del FMI de 2.4 mil millones de dólares, la situación económica sigue siendo crítica. En este contexto, la ayuda financiera y militar de China se presenta como un salvavidas para Islamabad, que se encuentra en una situación vulnerable.
Entre 2014 y 2024, China ha vendido más de 9 mil millones de dólares en armamento avanzado a Pakistán, lo que representa alrededor del 80% de sus importaciones de armas. Este apoyo no es circunstancial, sino que está profundamente arraigado en los intereses estratégicos de Pekín, que busca asegurar su presencia militar en el Mar Arábigo a través del puerto de Gwadar, un elemento clave en el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC).
La actual escalada de tensiones no solo beneficia a China en términos de influencia regional, sino que también fortalece su industria de defensa. Las afirmaciones de que los aviones de combate chinos han superado a los cazas franceses de India han generado un fervor nacionalista en las redes sociales chinas y han impulsado la confianza de los inversores en el sector de defensa. Esto permite a Pekín posicionarse como un proveedor de armas confiable en un mercado donde los suministradores occidentales a menudo están limitados por consideraciones políticas o de derechos humanos.
La situación actual en la región, marcada por la rivalidad entre India y Pakistán, ofrece a China una oportunidad para ejecutar una estrategia de proxy que frene el ascenso de India, protegiendo sus propios intereses económicos y reforzando su posición como proveedor de defensa en un entorno internacional cada vez más complejo.