
Recientemente, se ha observado un cambio notable en las expectativas económicas de los líderes empresariales de Estados Unidos. Según un estudio del Chief Executive Group, menos del 30% de los CEO encuestados prevén una recesión, una notable disminución desde el 46% registrado en mayo y el 62% en abril. Este cambio de perspectiva refleja una creciente confianza en la economía estadounidense, a pesar de la incertidumbre generada por las políticas comerciales del presidente Donald Trump.
El optimismo se ha traducido en un aumento del 40% en los pronósticos de crecimiento económico, casi el doble que en abril. Las expectativas de un crecimiento económico plano también han experimentado un repunte, superando el 30% en comparación con el 15% de hace unos meses. Este giro en las proyecciones se produce en un contexto donde las preocupaciones sobre la «estanflación» – un término que describe el estancamiento del crecimiento económico junto con una inflación persistente – siguen latentes.
Perspectivas sobre la política comercial
Las recientes decisiones del presidente Trump, como la pausa en la implementación de aranceles a varios países, han contribuido a la recuperación de los mercados financieros. Esta pausa ha permitido a muchas empresas mantener sus previsiones de ganancias, aunque la incertidumbre en torno a la política comercial sigue siendo un tema candente entre los líderes corporativos. De hecho, la palabra «recesión» ha surgido en aproximadamente 150 llamadas de ganancias de empresas del S&P 500, el doble de lo registrado en el mismo periodo del año anterior.
A pesar de las alarmas lanzadas por algunas empresas sobre el impacto de los aranceles en sus márgenes de beneficio, un reciente estudio de la Reserva Federal de Nueva York sugiere que los consumidores están mostrando menos preocupación por la inflación. Esta percepción más optimista se ha visto reflejada en la recuperación de los mercados, con líderes empresariales como Edward Decker, CEO de Home Depot, afirmando que las peores preocupaciones parecen haber quedado atrás.
Este contexto, donde las decisiones políticas pueden influir significativamente en el clima económico, recuerda la importancia de una política comercial que priorice el bienestar de la población local y la estabilidad económica a largo plazo, en contraposición a las dinámicas de mercado que a menudo benefician a una élite empresarial a expensas de la mayoría.