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Misinformación: Un problema histórico que trasciende la era digital

In Sin categoría
junio 09, 2025

La preocupación por la desinformación ha cobrado fuerza en los últimos años, especialmente en el contexto de la era digital. Sin embargo, atribuir la culpa exclusivamente a Internet es un error. La desinformación ha existido casi desde que los seres humanos comenzaron a comunicarse, y su impacto ha sido significativo a lo largo de la historia. Así lo sostiene Yotam Ophir, doctor en comunicación y profesor asociado en la Universidad de Buffalo, autor del libro Misinformation and Society, que aborda de manera exhaustiva las complejidades de este fenómeno.

A pesar de su larga trayectoria, la desinformación es un problema fluido que ha ido cambiando con el tiempo, alterándose por las fuerzas sociales, culturales, tecnológicas y políticas que plantean nuevos desafíos. Ophir destaca dos cambios clave que motivan su reexaminación de la desinformación en la actualidad. El primero es el entorno político que emergió durante el primer mandato de Donald Trump, aunque su análisis sugiere que estos cambios deben ser comprendidos a la luz de lo que precedió a las elecciones de 2016. Conceptos como «truthiness» de Stephen Colbert y el «post-verdad» de Ralph Keyes comenzaron a recibir atención pública y académica décadas antes de la llegada de Trump, lo que contextualiza el momento político actual dentro de transformaciones que ocurrieron en los siglos XX y XXI.

Impacto de la Tecnología y la Psicología

El segundo cambio significativo está relacionado con el auge de tecnologías emergentes, desde la llegada de Internet hasta la proliferación de plataformas de redes sociales y, más recientemente, el vertiginoso ascenso de la inteligencia artificial. Estas innovaciones han alterado la forma en que se produce, procesa y comparte la información. Según Ophir, el papel de las tecnologías actuales en la desinformación debe ser examinado dentro del contexto de la historia de los medios.

Ophir explica que, cuando el concepto de post-verdad resurgió en 2016, el panorama de la desinformación ya había cambiado considerablemente, revitalizado por nuevas tecnologías que facilitaron la difusión de falsedades. A continuación, el autor se adentra en el estudio de la psicología de la desinformación, señalando que la vulnerabilidad de las personas a las teorías de conspiración y otras ideas infundadas radica en que no somos buscadores de la verdad. Aunque nos consideramos una especie racional capaz de procesar grandes cantidades de información y tomar decisiones informadas, nuestra evolución nos ha preparado para identificar riesgos inmediatos más que distantes.

Ophir argumenta que, mientras que nuestros ancestros se adaptaron para reconocer qué era seguro para comer o cómo identificar un depredador, problemas globales como el cambio climático no generan la misma urgencia inmediata. Esta limitación, aunada a otros sesgos cognitivos, nos hace más susceptibles a la desinformación.

Tras analizar los mecanismos psicológicos y cognitivos detrás de la aceptación de la desinformación, el libro de Ophir propone estrategias para contrarrestar este fenómeno. Asegura que, antes de combatir la desinformación, es imperativo tomar decisiones morales y sociales críticas sobre quién debe ser responsable del problema. ¿Gobierno, periodistas, líderes tecnológicos? Muchos actores pueden involucrarse en la lucha contra la desinformación, pero hay desacuerdos dentro y entre países sobre quién debería asumir la carga. Solo después de abordar esta cuestión se puede avanzar hacia el desafío de cómo contrarrestar la desinformación.

La desinformación es un problema asimétrico. Según Ophir, los líderes republicanos y los medios conservadores propagan desinformación a tasas más altas que sus contrapartes demócratas. No obstante, el problema no se limita a figuras como Donald Trump, a FOX News o a las redes sociales. Asignar la culpa de manera aislada crea la falsa impresión de que, si se elige a líderes más comprometidos con la verdad o se corrigen las fallas en Facebook, todo se resolverá. Este libro demuestra que, desde una perspectiva histórica, psicológica, práctica y social, eso simplemente no es así.

El desafío es complejo y está en constante evolución. Ophir concluye que debemos reconocer la complejidad de la desinformación, seguir investigando el problema y trabajar juntos como comunidad global para abordar estos desafíos que nos afectan a todos.

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Diario obrero y republicano fundado el 14 de Abril de 2006.