Recientemente, el Laboratorio de Investigación Naval de EE. UU. (NRL) emitió una alerta de tormenta geomagnética de nivel G4, la segunda más alta en la escala de cinco niveles del Centro de Predicción del Tiempo Espacial de la NOAA, tras la observación de una poderosa eyección de masa coronal (CME) que se dirigió hacia la Tierra. Este fenómeno, captado el 31 de mayo, representa un evento poco común que pone en alerta a todo el planeta.
Según el Dr. Karl Battams, científico computacional del NRL, la CME fue clasificada como un «halo CME», lo que indica que su dirección era hacia la Tierra. La velocidad de la eyección se estimó en más de 1,700 kilómetros por segundo. Las tormentas geomagnéticas, como esta, se producen cuando hay una transferencia de energía eficiente del viento solar hacia el entorno espacial que rodea a nuestro planeta, lo que puede abrir el escudo magnético de la Tierra.
Impacto de la Tormenta Geomagnética
Las consecuencias de estos eventos pueden ser graves. Desde cortes temporales de energía y corrupción de datos hasta daños permanentes en satélites y alteraciones en las trayectorias de naves espaciales en órbita baja, así como interrupciones en las comunicaciones de radio de alta frecuencia. Estas perturbaciones pueden afectar la conciencia situacional y la efectividad operativa de sistemas militares, comprometiendo la navegación por GPS y los sistemas de comunicación satelital.
El evento del 30 de mayo fue precedido por una llamarada solar relativamente lenta, pero potente, que liberó una CME dirigida directamente hacia la Tierra. Esto resultó en una tormenta geomagnética que generó auroras visibles incluso en regiones tan al sur como Nuevo México. Los instrumentos del NRL, que operan en satélites de la NASA y la NOAA, proporcionaron observaciones críticas en tiempo real, destacando la importancia de herramientas como el coronógrafo de gran ángulo y espectrométrico (LASCO), que ha estado en operación desde 1996, y el coronógrafo compacto 1 (CCOR-1), lanzado en 2024.
NRL ha sido pionero en la investigación de heliofísica y clima espacial desde el descubrimiento de las CME en 1971. A través de una serie de instrumentos avanzados, ha mantenido su posición de liderazgo en la obtención de imágenes coronal, lo que resulta vital para la predicción y mitigación de los efectos del clima espacial. Entre los activos más relevantes se encuentran los coronógrafos LASCO, que operan en la misión SOHO, y el instrumento CCOR-1, diseñado y construido por NRL, que proporciona observaciones en tiempo real para alertas meteorológicas espaciales.
Con el continuo monitoreo de la tormenta geomagnética G4, se instan al público y a los operadores de infraestructuras críticas a consultar el Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA para obtener información actualizada. Los datos recopilados de eventos como este son fundamentales para la investigación futura, mejorando nuestra comprensión y capacidades predictivas, y fortaleciendo la resiliencia de la seguridad nacional y la infraestructura crítica.
