
Las mascarillas desechables, que fueron esenciales para frenar la propagación del COVID-19, se han convertido en un importante problema de contaminación ambiental y preocupaciones para la salud humana. En los últimos cuatro años, se han desechado más de 950 mil millones de mascarillas, lo que equivale a aproximadamente 3,8 millones de toneladas métricas. Lamentablemente, la mayoría de estos productos acaban en vertederos o son incinerados, y su degradación puede tomar siglos, lo que representa una amenaza significativa para la vida silvestre y la producción agrícola.
Investigadores de la Universidad de Southern Queensland (UniSQ), en colaboración con colegas de China, han propuesto una estrategia de reciclaje innovadora que promete beneficios ambientales y económicos. Este equipo ha desarrollado una técnica para extender la vida de los materiales de polipropileno de las mascarillas desechadas, descomponiéndolos y reaprovechándolos en componentes valiosos para su uso en dispositivos electrónicos como teléfonos inteligentes y luces LED.
El trabajo, publicado en la revista Nano-Micro Letters, fue coautorado por la profesora Polly Burey de UniSQ y por investigadores de la Universidad Forestal de Beijing, la Universidad Forestal de Nanjing y la Universidad de Tecnología Química de Beijing. El profesor Pingan Song, investigador principal y coautor del estudio, afirmó que esta innovación podría reducir significativamente el impacto ambiental de las mascarillas desechables.
Según el profesor Song, «la incineración de mascarillas desechadas libera gases tóxicos como dioxinas y furanos, causando contaminación del aire, mientras que las mascarillas en vertederos tardan cientos de años en degradarse por completo y generan grandes cantidades de microplásticos que contaminan a largo plazo fuentes de agua, suelos y cadenas alimentarias».
Un enfoque sostenible ante la crisis de contaminación
Las mascarillas de un solo uso, la mayoría de las cuales no son reciclables, siguen siendo muy utilizadas, especialmente en laboratorios, hospitales y otros entornos de atención médica. Sin una mayor concienciación pública y una solución de gestión sostenible para el alto volumen de mascarillas desechadas que se generan a diario, este problema seguirá agravando la crisis de contaminación actual.
El equipo de investigación ha estudiado las propiedades de conductividad térmica y blindaje contra interferencias electromagnéticas (EMI) de nanocompuestos derivados de mascarillas de desecho basadas en polipropileno, utilizando un tratamiento de superficie y un proceso de prensado en caliente que convierte las mascarillas en películas funcionales. Los resultados del estudio revelaron que los nanocompuestos regenerados exhiben una conductividad térmica similar a la del metal y un blindaje efectivo contra EMI, lo que ofrece la posibilidad de ayudar a enfriar dispositivos electrónicos y proteger contra señales electromagnéticas.
El profesor Song destacó que «esta investigación presenta un nuevo método de reciclaje que aborda la contaminación generada por mascarillas desechadas, convirtiéndolas en productos de nanocompuestos de alto valor y bajo costo. Ofrece a las industrias una solución asequible y de alto rendimiento para desarrollar materiales avanzados de disipación de calor y blindaje electromagnético, además de abrir nuevas oportunidades económicas en el ámbito de la electrónica y el reciclaje».
El equipo de investigación tiene la intención de colaborar con la industria para desarrollar productos de mayor valor, como disipadores de calor para chips y dispositivos electrónicos. También se proponen convertir las mascarillas desechadas en nanomateriales de carbono de alto valor en un plazo de tres años. Por último, el profesor Song instó a los gobiernos a implementar un programa de reciclaje para reducir el número de mascarillas desechables en vertederos y mitigar su impacto ambiental.