
Una ola de calor histórica azota Estados Unidos
El este de Estados Unidos se encuentra bajo el efecto de un intenso patrón climático que ha llevado a un aumento significativo de las temperaturas, con registros que superan los 38 grados Celsius en diversas localidades. Este fenómeno, conocido como «domo de calor», está causando temperaturas extremas en ciudades como Nueva York, Boston y Filadelfia, lugares que no habían experimentado tales condiciones climáticas en más de una década. La combinación de un sistema de alta presión que atrapa el aire caliente del suroeste y la falta de adaptación de la población a estas temperaturas en el inicio del verano ha generado preocupaciones entre los meteorólogos.
El récord de temperatura registrado recientemente ha sido catalogado como «casi histórico». Según el meteorólogo privado Ryan Maue, este evento de calor extremo está previsto que alcance su punto máximo en las ciudades del noreste a lo largo de esta semana. La persistencia de temperaturas elevadas, que se definiría como una ola de calor, suele durar más de tres días y se caracteriza por condiciones anómalas de calor. La situación se complica debido a la alta humedad, lo que incrementa el riesgo de golpes de calor, especialmente para aquellas personas más vulnerables, como los ancianos y aquellos que trabajan al aire libre.
La actual ola de calor es un reflejo del calentamiento global a largo plazo, que ha llevado a que los veranos en Estados Unidos sean en promedio 1.3 grados Celsius más cálidos que hace 50 años. La influencia del cambio climático ha aumentado la probabilidad de que se produzcan fenómenos como el actual, haciéndolos hasta tres veces más probables en comparación con un escenario sin la emisión de gases de efecto invernadero. Las proyecciones indican que, aunque algunas áreas podrían experimentar un aire más seco, otras enfrentarán una combinación de calor y humedad que podría resultar aún más peligrosa, con índices de calor que podrían sentirse como si se estuviera en una piscina, según los expertos. Este incremento abrupto en las temperaturas, justo antes del solsticio de verano, puede suponer un desafío considerable para la población, que aún no se ha adaptado a las condiciones más cálidas de la temporada.