En los bosques de eucalipto de Australia, un fenómeno preocupante se está desarrollando en silencio. Con el aumento de las temperaturas, estos ecosistemas están perdiendo gradualmente sus árboles, lo que afecta su capacidad para almacenar carbono. Los bosques de eucalipto de montaña (Eucalyptus regnans) en el sureste de Australia pueden almacenar entre 415 y 819 toneladas de carbono por hectárea, una cifra superior a la capacidad de la selva amazónica. Por lo tanto, la disminución de estos árboles, los más altos del mundo, plantea serias inquietudes tanto para los bosques como para el sistema climático global.
Una reciente investigación ha revelado cómo están cambiando estos bosques. Los datos recopilados durante medio siglo muestran que el calentamiento está reduciendo la cantidad de árboles que estos bosques pueden soportar. Por cada grado de aumento de temperatura, un bosque pierde el 9% de sus árboles. Se estima que para el año 2080, cuando se prevé que las temperaturas sean 3°C más altas que los niveles preindustriales, estos bosques podrían perder una cuarta parte de sus árboles, así como el carbono que almacenan. Este fenómeno podría tener repercusiones globales, ya que se espera que la tendencia sea generalizada.
Impacto del calentamiento en la pérdida de árboles
Los árboles en los bosques compiten entre sí por recursos esenciales como la luz solar, el agua y los nutrientes, todos ellos limitados. Este proceso natural, conocido como «autodepuración», implica que a medida que algunos árboles crecen y absorben más recursos, otros quedan en desventaja y eventualmente mueren. El calentamiento de la atmósfera acelera este proceso, ya que reduce los recursos disponibles para todos los árboles. El aire más cálido extrae más humedad del suelo y de las hojas, dificultando que los árboles obtengan suficiente agua. Los árboles que crecen a la sombra de vecinos más grandes, que poseen raíces más superficiales, son los que más sufren estas condiciones.
La investigación se basó en datos de experimentos de gestión forestal recogidos entre 1947 y 2000 en los Altos Centrales de Victoria. El enfoque principal fue analizar cuántos árboles pueden soportar estos bosques, un concepto conocido como «capacidad de carga». Al analizar más de 1.300 mediciones de más de 100 parcelas forestales, se pudo comprender mejor cómo el clima afecta a esta capacidad. Los hallazgos indican que, a medida que aumenta la temperatura, las tasas de mortalidad de los árboles también se incrementan y la capacidad de carga disminuye. Para 2080, se estima que estos bosques podrían liberar más de 100 millones de toneladas de carbono, equivalente a las emisiones de un millón de automóviles que recorren 10,000 kilómetros anuales durante 75 años.
Implicaciones globales y respuesta ante el cambio climático
Los resultados de este estudio tienen implicaciones significativas para las iniciativas climáticas a nivel global. En todo el mundo, se están lanzando masivos programas de reforestación, como Trillion Trees, para combatir el cambio climático. Sin embargo, es crucial que estos esfuerzos consideren cuántos árboles podrán sostenerse en un futuro más cálido, no solo cuántos pueden sostenerse en la actualidad.
Las repercusiones variarán a nivel mundial. Los bosques en regiones frías, por ejemplo, pueden beneficiarse de temporadas de crecimiento más largas y inviernos más suaves, lo que les permitirá albergar más árboles y almacenar más carbono, siempre y cuando el crecimiento de los árboles no se vea limitado por la disponibilidad de agua. En contraste, los bosques en regiones más cálidas y secas, como el sureste de Australia, experimentarán una tendencia opuesta, con un aumento en las tasas de mortalidad de los árboles y una reducción en su capacidad de almacenamiento de carbono.
A medida que el cambio climático continúa transformando los bosques de eucalipto de montaña del sureste australiano, es fundamental comprender cómo responden a este calentamiento. Si bien no podemos detener el cambio climático de inmediato, hay opciones que pueden ayudar a los bosques a adaptarse. Una alternativa prometedora es el «adelgazamiento ecológico», que consiste en reducir la densidad de los árboles al eliminar selectivamente algunos para mejorar la salud y las posibilidades de supervivencia de los demás. La investigación internacional ha demostrado que los bosques adelgazados son más resilientes a la sequía, lo que les permite crecer más rápido y sobrevivir mejor durante períodos secos.
