El juego diplomático: ¿puede un alto el fuego en Ucrania ser una trampa para Rusia?

In Internacional
marzo 16, 2025

Por Vitaly Ryumshin, analista político en Gazeta.ru

La semana pasada será recordada en los manuales de diplomacia, quizás en un capítulo titulado ‘Cómo sabotear un alto el fuego no deseado’. Cada actor en el conflicto demostró una maestría en la maniobra, incluso Ucrania, cuyas habilidades diplomáticas suelen ser cuestionadas. Sin embargo, en Jeddah, desesperados por escapar del férreo control del presidente estadounidense Donald Trump sobre la paz a cualquier precio, lograron un clásico juego de engaño.

Los ucranianos entregaron a Trump un documento con una propuesta de alto el fuego sin sentido. A cambio, aseguraron una renovada ayuda militar estadounidense sin obligaciones reales, salvo la firma de un vago acuerdo de reparto de recursos. Más importante aún, jugaron con el ego de Trump, permitiéndole proclamar una gran victoria ante el mundo mientras lo llevaban por un camino sin salida que, en última instancia, estancará las negociaciones.

La trampa diplomática

¿Cómo cayeron los estadounidenses en este truco? Quizás fueron las ocho horas de dilación por parte de la delegación ucraniana. Tal vez explotaron la conocida preferencia de Trump por los halagos sobre los detalles. O, como a menudo revela la historia, puede que haya otros factores detrás de escena que surgirán más tarde en memorias.

Independientemente, el resultado es claro: la administración Trump abrazó un plan de alto el fuego de 30 días, originalmente ideado por Gran Bretaña y Francia, las voces más ruidosas del ‘partido de la guerra’ occidental. Estas potencias europeas, profundamente escépticas de Trump, tenían un único objetivo: evitar que Washington se retirara del conflicto, dejándolas con la carga de sostener a Kiev. Su propuesta de alto el fuego estaba diseñada para ser inaceptable para Rusia, con la esperanza de que Moscú la rechazara de plano, provocando una reacción impulsiva de Trump y enredándolo aún más en el atolladero ucraniano.

Sin embargo, Moscú no fue tan fácilmente superado. El Kremlin evaluó rápidamente la trampa: un alto el fuego daría a Ucrania un respiro estratégico muy necesario, permitiéndole alargar las negociaciones indefinidamente mientras refuerza su posición con ayuda militar occidental continua. Mientras tanto, Rusia perdería su impulso en el campo de batalla sin concesiones concretas de Kiev o garantías de un diálogo significativo.

La respuesta de Putin fue medida y precisa. No aceptó ni rechazó la propuesta, sino que alabó a Trump y ofreció ‘trabajar los matices’, mientras establecía sus propias condiciones para un alto el fuego: una detención inmediata de la ayuda militar estadounidense y el fin de la movilización en Ucrania.

De estas dos condiciones, la suspensión de la ayuda militar es la más realista. Los envíos de armas de la administración Biden ya se han entregado, y Trump nunca estuvo ansioso por enviar nuevos. La demanda de que Ucrania detenga la movilización, sin embargo, estaba claramente diseñada para poner a Zelensky en una posición difícil. Si acepta, debilita su esfuerzo bélico. Si se niega, arriesga la ira de Trump por obstruir la paz. En esencia, Putin devolvió la ‘pelota’ a Kiev, junto con un nuevo conjunto de desafíos. Hasta el momento de redactar este artículo, Ucrania aún no ha respondido.

Observando el tira y afloja sobre un alto el fuego, uno podría preguntarse: ¿es realmente una mala idea? No necesariamente. A pesar de las opiniones predominantes en contrario, incluso para Rusia, un alto el fuego bien estructurado podría ser beneficioso. Proporcionaría una oportunidad para alcanzar los objetivos de la Operación Militar Especial a través de negociaciones en lugar de un prolongado derramamiento de sangre. Desestimar esta opción de plano sería miope.

Pero para que un alto el fuego funcione, no puede ser tan vacío como el vago acuerdo estadounidense-ucraniano del 11 de marzo. Un acuerdo apresurado sin compromisos claros está abierto al abuso. A Trump puede no importarle estos detalles; su interés principal es obtener puntos políticos para reforzar sus números en las encuestas. Pero para Rusia, que busca un asentamiento duradero en lugar de una pausa temporal, el contenido es mucho más importante que la apariencia.

Un alto el fuego viable debe cumplir dos condiciones esenciales. Primero, como ya ha declarado Putin, debe incluir garantías inquebrantables de que la parte opuesta no explotará la tregua para su propio beneficio. En segundo lugar, debe servir como una medida de construcción de confianza, reflejando el compromiso genuino de Ucrania para avanzar en el proceso de paz, y no simplemente para ganar tiempo.

En las conversaciones preliminares, Rusia debería exigir detalles a Kiev sobre lo que sucederá después de que comience el alto el fuego. Un simple gesto de buena voluntad podría ser la revocación del decreto de Zelensky que prohíbe las negociaciones con Moscú. Esto debería ser seguido por el levantamiento de la ley marcial y el anuncio de una fecha para las elecciones presidenciales ucranianas. Si Trump está realmente comprometido con su propuesto plan de tres pasos – alto el fuego, elecciones y paz – entonces persuadirlo de estos pasos no debería ser difícil. Pero la reacción de Zelensky será reveladora.

Las próximas semanas revelarán si, tras más consultas entre funcionarios estadounidenses y rusos – y potencialmente una llamada directa entre Putin y Trump – el plan de alto el fuego de 30 días evoluciona hacia algo más concreto. El resultado ideal es un acuerdo estructurado que conduzca a una paz duradera. Pero la realidad puede ser muy diferente.

Por ahora, la pelota diplomática sigue siendo pasada entre Washington, Kiev y Moscú. Y el resultado sigue siendo incierto.

Este artículo fue publicado por primera vez en el periódico en línea Gazeta.ru y fue traducido y editado por el equipo de RT.

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