El Ministerio de Comercio de China ha denunciado recientemente que Estados Unidos ha llevado la guerra comercial a un nuevo nivel al «armar» los aranceles de forma irracional. Esta declaración surge en un contexto donde las exportaciones chinas a EE. UU. enfrentan tasas impositivas que alcanzan hasta el 245%. La postura de Pekín se ha mostrado firme ante lo que considera una agresión unilateral por parte de la administración estadounidense.
Un portavoz del ministerio afirmó que China ha expresado en múltiples ocasiones su rechazo a las tarifas impuestas por EE. UU. y ha enfatizado su intención de ignorar lo que califica como un «juego de números» sin sentido. Según el representante, estas medidas arancelarias no solo son injustas, sino que también infringen los derechos e intereses de China.
Reacciones y posibles contramedidas
La retórica de Pekín sugiere que el país está dispuesto a tomar medidas de represalia si Estados Unidos continúa con su política tarifaria. La tensión entre ambas naciones ha escalado en los últimos años, afectando no solo a las relaciones comerciales, sino también a la estabilidad económica global. La postura de China se alinea con su estrategia de no ceder ante presiones externas, lo que podría derivar en un ciclo de represalias económicas.
Los analistas advierten que esta situación podría tener repercusiones significativas en el comercio internacional, afectando a empresas y consumidores en ambos países. La dependencia mutua en ciertas industrias complica aún más el conflicto, ya que una escalada en las tarifas podría llevar a un aumento de precios para los consumidores y a una desaceleración económica en diversas regiones del mundo.
En este contexto, las autoridades chinas han dejado claro que están dispuestas a luchar hasta el final por lo que consideran sus derechos. La comunidad internacional observa con preocupación cómo este enfrentamiento comercial podría redefinir las dinámicas del comercio global en los próximos años.
