
Japón, Corea del Sur y Taiwán están considerando invertir en un ambicioso proyecto de gas natural en Alaska, en un intento por alcanzar acuerdos comerciales que satisfagan las demandas del presidente Donald Trump y eviten altos aranceles estadounidenses sobre sus exportaciones. Este proyecto, conocido como Alaska LNG, ha sido una aspiración de larga data que busca construir un gasoducto de 800 millas que cruce el estado desde la Costa Norte en el Círculo Ártico hasta el Inlet de Cook en el sur, donde el gas se enfriaría y se convertiría en líquido para su exportación a Asia.
Con un costo estimado de más de 40 mil millones de dólares, Alaska LNG ha estado atrapado en la fase de planificación durante años. Sin embargo, con Trump promoviendo el proyecto como una prioridad nacional, ha comenzado a mostrar nuevos signos de vida. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, comentó que la iniciativa de gas natural licuado (LNG) podría desempeñar un papel crucial en las negociaciones comerciales con Corea del Sur, Japón y Taiwán.
Interés Geopolítico y Financiero
La Corporación Estatal de Petróleo y Gas de Taiwán, CPC Corp., firmó en marzo una carta de intención para comprar seis millones de toneladas métricas de gas de Alaska LNG. Brendan Duval, CEO y fundador del grupo Glenfarne, desarrollador líder del proyecto, destacó que hay un enfoque geopolítico significativo en este acuerdo, especialmente por parte de Taiwán, que busca asegurar su participación en el proyecto.
En marzo, Duval y el gobernador de Alaska, Mike Dunleavy, realizaron una misión comercial en Corea del Sur y Japón, donde se reunieron con altos funcionarios gubernamentales e industriales. Empresas japonesas y surcoreanas han expresado interés en que sus bancos de desarrollo puedan financiar Alaska LNG. Además, países como India y Tailandia también han mostrado interés en participar en el proyecto.
El proyecto Alaska LNG se compone de tres partes fundamentales: el gasoducto, una planta de procesamiento de gas en la Costa Norte y una planta para licuar el gas para su exportación en Nikiski, Alaska. Se estima que la construcción de estas instalaciones costará aproximadamente 12 mil millones, 10 mil millones y 20 mil millones de dólares, respectivamente.
Desarrollo y Retos del Proyecto
Los permisos para Alaska LNG ya están en su lugar, y se espera que Glenfarne tome una decisión final sobre la inversión en los próximos seis a doce meses. La construcción de la planta de LNG debería comenzar a finales de 2026, con el objetivo de completar todo el proyecto en cuatro años y medio, comenzando operaciones comerciales en 2031. Alaska LNG prevé producir 20 millones de toneladas métricas de LNG al año, lo que representaría aproximadamente el 23% de las exportaciones de LNG de Estados Unidos en 2022.
El impulso del presidente Trump hacia una mayor producción y exportación de petróleo y gas en EE. UU. sitúa a Alaska en un papel central en su agenda de «dominancia energética». Sin embargo, el proyecto enfrenta desafíos significativos, incluyendo la complejidad de su financiamiento y los posibles cambios políticos en el futuro. Algunos analistas advierten que la falta de lógica comercial clara podría dificultar el avance del proyecto, a pesar de la presión ejercida sobre Japón, Corea del Sur y Taiwán para que inviertan en Alaska LNG.
El futuro de Alaska LNG dependerá en gran medida de la voluntad de estos países de comprometerse financieramente y de la estabilidad política en EE. UU., así como de la competencia existente en el mercado de LNG. A pesar de los obstáculos, la dirección del proyecto refleja un esfuerzo por fomentar alianzas estratégicas en un panorama geopolítico cambiante, donde los intereses comerciales y energéticos de Asia y Estados Unidos se entrelazan de manera compleja.