
Investigación sobre el Trastorno del Espectro Autista en EE. UU.
El Instituto Nacional de Salud (NIH) y los Centros de Medicare y Medicaid (CMS) de Estados Unidos han establecido una colaboración para investigar las causas del trastorno del espectro autista (TEA). Esta asociación se centra en la creación de una base de datos que recopilará información sobre los beneficiarios de Medicare y Medicaid que han recibido un diagnóstico de esta condición. Según anunciaron las agencias el pasado miércoles, esta iniciativa permitirá desarrollar una plataforma de datos del mundo real que facilitará investigaciones avanzadas basadas en datos de reclamaciones, registros médicos electrónicos y dispositivos de seguimiento personal.
La primera fase de esta colaboración se centrará en desentrañar los orígenes del autismo, con la intención de, a largo plazo, utilizar estos datos para investigar también condiciones crónicas. El secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., Robert F. Kennedy Jr., subrayó la importancia de la transparencia en este proceso, afirmando que se busca proporcionar respuestas honestas a las familias que han esperado por mucho tiempo. Los investigadores se enfocarán en el diagnóstico del autismo a lo largo del tiempo, los resultados de salud derivados de intervenciones médicas y conductuales, así como en el acceso a la atención y las disparidades en función de la demografía, la geografía y la carga económica que soportan las familias y los sistemas de salud.
El autismo, que se caracteriza por alteraciones en la señalización cerebral, afecta la manera en que las personas se comportan, se comunican, interactúan y aprenden. Aunque no existen tratamientos que curen o reviertan esta condición, los expertos coinciden en que un diagnóstico temprano es fundamental. La intervención con medidas de apoyo, preferentemente antes de los tres años, es clave para mejorar las habilidades cognitivas, sociales y de comunicación. En un contexto donde las tasas de autismo entre los niños estadounidenses alcanzaron un nivel récord en 2022, la identificación de factores ambientales que contribuyen a su creciente prevalencia se ha convertido en una prioridad para las autoridades sanitarias.