
Investigadores de la Universidad de Agder (UiA) y de la Universidad de Uppsala están llevando a cabo un estudio sobre cientos de serpientes de colecciones de museos, con el objetivo de identificar trazas de una enfermedad fúngica mortal. La atención se centra en el hongo Ophidiomyces ophidiicola, responsable de infectar diversas especies de serpientes y que ha generado preocupación en el ámbito científico.
Un estudio sobre un hongo que amenaza a las serpientes
La investigación busca comprender el origen del hongo, las especies de serpientes que ataca y la duración de su presencia en el medio ambiente. «Estamos mapeando la enfermedad para entender mejor cómo afecta a las serpientes y cómo se propaga», explica Beate Strøm Johansen, zoologa del Museo de Historia Natural y Jardín Botánico de la UiA.
Analizando colecciones de serpientes en museos, los investigadores pueden descubrir la propagación histórica del hongo, así como su impacto a lo largo del tiempo. Este hongo fue descubierto por primera vez en Estados Unidos en 2006, y su hallazgo en el Reino Unido en 2017 sorprendió a la comunidad científica europea.
El proceso de infección comienza en la piel y las escamas de las serpientes, presentando manchas marrones y secas, y puede avanzar hasta afectar pulmones, ojos y otros órganos internos. Las serpientes pueden experimentar dificultades respiratorias y ceguera, lo que en casos extremos podría llevar a la extinción de poblaciones enteras.
Malene Ø. Nygård, conservadora y bióloga molecular en el Museo de Historia Natural de la UiA, ha aislado ADN de más de 300 serpientes y pieles mudadas, recogidas por Johansen y sus estudiantes. Entre las serpientes examinadas se encuentran todas las especies presentes en Noruega: serpientes lisas, serpientes de hierba y víboras.
«Estamos entusiasmados con los resultados, tanto de las muestras de serpientes vivas como de las investigaciones que hemos comenzado sobre serpientes muertas en colecciones de diversos museos. Esto podría proporcionarnos un conocimiento fundamental sobre la historia de la enfermedad y las posibles medidas de protección para las serpientes en el futuro», afirma Nygård.
El proyecto es fruto de una colaboración entre la Universidad de Agder, la Universidad de Uppsala y la Universidad Sueca de Ciencias Agrarias (SLU). Hasta el momento, los investigadores han examinado alrededor de 120 serpientes del Museo de Evolución en Uppsala y del Museo de Historia Natural en Oslo. Este otoño, tienen previsto estudiar serpientes en el Museo Sueco de Historia Natural en Estocolmo y en colecciones en Trondheim.
Las serpientes están preservadas en frascos con alcohol o formalina, y los investigadores primero las examinan a través del vidrio en busca de manchas marrones y signos de infección. Con el permiso del museo, abren los sellos y recogen muestras de tejido con un escalpelo y hisopos de algodón, que posteriormente son analizadas bajo un microscopio y en el laboratorio de ADN.
Las serpientes que están siendo examinadas pueden tener varios siglos de antigüedad. «Al mapear serpientes antiguas, podemos identificar qué áreas y especies de serpientes podrían ser particularmente vulnerables al hongo», añade Johansen.
Si bien el hongo no puede infectar directamente a los humanos, estos pueden contribuir a su propagación a nuevas áreas a través del suelo y el equipo, o mediante serpientes mascota infectadas que escapan. Aunque el origen del hongo sigue siendo incierto, se supone que reside de manera natural en la capa superior del suelo, pero aún se desconoce la razón por la cual ataca a las serpientes.
Es importante destacar que existen otras dos especies de hongos que son similares al Ophidiomyces ophidiicola; sin embargo, estas no son tan peligrosas y complican la identificación del tipo que se busca. «Es crucial identificar con precisión este hongo mortal», concluye Johansen.