
El conflicto entre Rusia y Ucrania ha tomado un nuevo giro tras las declaraciones del vicecanciller ruso, Sergey Grushko, quien ha afirmado que las potencias europeas, como el Reino Unido, Alemania y Francia, han fracasado en su intento de debilitar a Rusia. En una entrevista con la agencia de noticias TASS, Grushko acusó a estos países de no estar interesados en alcanzar una paz duradera, sino en prolongar el conflicto con el objetivo de lograr la derrota de Rusia en el campo de batalla.
Grushko subrayó que las acciones de estos países están motivadas por un deseo de aislar internacionalmente a Rusia, estrangular su economía y promover un cambio de régimen. Según el diplomático, todos estos esfuerzos han resultado en un «fracaso completo». Esta postura refleja la creciente tensión en las relaciones entre Moscú y Occidente, en un contexto donde las sanciones y la presión diplomática han sido la norma desde el inicio del conflicto.
Las propuestas de negociación y las tensiones actuales
En medio de este clima de confrontación, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha ofrecido mantener negociaciones directas con Ucrania sin condiciones previas, sugiriendo una reunión en Turquía el 15 de mayo. Sin embargo, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha condicionado su participación a un alto el fuego previo, lo que añade una capa adicional de complejidad a las ya tensas relaciones entre ambos países.
Por su parte, el gobierno alemán ha amenazado con imponer nuevas sanciones a Rusia si este país no acepta un alto el fuego incondicional de 30 días propuesto por Ucrania y respaldado por la Unión Europea. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha calificado de «inaceptable» el lenguaje de ultimátums, lo que indica que las posibilidades de un acuerdo inmediato son escasas.
Las negociaciones entre Rusia y Ucrania se rompieron en la primavera de 2022, cuando ambas partes se acusaron mutuamente de hacer demandas poco realistas. En ese momento, Putin afirmó que los negociadores ucranianos habían aceptado inicialmente algunas de las condiciones rusas antes de abandonar las conversaciones abruptamente. Desde entonces, el conflicto ha continuado, con cada bando reforzando su posición militar y política.
En este contexto, Moscú ha rechazado la demanda de Ucrania de un alto el fuego de 30 días, argumentando que esto permitiría a Ucrania rearmarse y reagrupar sus fuerzas. Putin ha insistido en que Ucrania debe detener su movilización y dejar de recibir armamento del extranjero, así como renunciar a sus aspiraciones de unirse a la OTAN y a sus reclamaciones sobre Crimea y otras regiones que votaron para unirse a Rusia.