
Investigaciones recientes indican que los efectos negativos del agujero de ozono sobre la absorción de carbono del Océano Austral son reversibles, siempre y cuando se reduzcan rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Este estudio, liderado por la Universidad de East Anglia (UEA), destaca que a medida que el agujero de ozono se recupera, su influencia sobre el sumidero de carbono del Océano Austral disminuirá, mientras que el impacto de las emisiones de GEI aumentará.
El Océano Austral, en proporción a su área, absorbe una cantidad desproporcionada de carbono, lo que mitiga de manera significativa los efectos radiativos del carbono en la atmósfera y, por ende, el cambio climático inducido por el ser humano. Por lo tanto, es crucial entender cómo variará la cantidad de carbono que este océano absorberá y qué factores controlan esta absorción.
Los científicos de la UEA y del Centro Nacional de Ciencia Atmosférica (NCAS) en el Reino Unido examinaron el papel relativo del ozono y las emisiones de GEI en el control de la circulación del Océano Austral alrededor de la Antártida, centrándose en cómo esto impactaría la absorción de carbono. Se interesaron especialmente en cómo ha cambiado la cantidad de carbono atmosférico absorbido por el Océano Austral a lo largo del siglo XX y cómo cambiará en el siglo XXI. Los resultados de su investigación se publicaron en la revista Science Advances.
Reversibilidad y el futuro del Océano Austral
La autora principal, la doctora Tereza Jarníková, del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático en la UEA, destacó que un aspecto esperanzador de este trabajo es que los efectos del daño causado por el agujero de ozono en los vientos, la circulación y la absorción de carbono del Océano Austral son reversibles, pero solo bajo un escenario de bajas emisiones de gases de efecto invernadero.
El Océano Austral absorbe grandes cantidades de carbono atmosférico gracias a su circulación y propiedades únicas. En las últimas décadas, los vientos se han intensificado debido a la pérdida de ozono estratosférico, lo que ha reducido la absorción de carbono. Sin embargo, a medida que el agujero de ozono se recupera, este fenómeno podría revertirse. Al mismo tiempo, el aumento de las emisiones de GEI también podría conducir a vientos más fuertes, lo que genera incertidumbre sobre cómo se comportará la circulación del Océano Austral en el futuro y, por tanto, cuánta cantidad de carbono absorberá.
“Hemos encontrado que en las últimas décadas, la disminución del ozono llevó a una reducción relativa del sumidero de carbono, en general, debido a una tendencia de los vientos más fuertes a traer agua con alto contenido de carbono desde las profundidades hasta la superficie del océano, haciéndola menos adecuada para absorber carbono atmosférico”, explicó la doctora Jarníková. “Esto no será así en el futuro: la influencia del ozono sobre los vientos, y por ende sobre el Océano Austral, disminuirá, siendo reemplazada por la creciente influencia de las emisiones de gases de efecto invernadero, que también generan vientos fuertes”.
El estudio revela que en el futuro, los cambios en la circulación oceánica tendrán menos influencia sobre la absorción de carbono que en el pasado, debido a la distribución cambiante del carbono entre la superficie y el océano profundo.
Para llevar a cabo esta investigación, el equipo utilizó un modelo de sistema terrestre (UKESM1) para simular tres conjuntos de condiciones de ozono para el periodo 1950-2100: un mundo donde el agujero de ozono nunca se abrió; un mundo realista donde el agujero de ozono se abrió pero comenzó a sanar tras la adopción del Protocolo de Montreal de 1987, que prohibió las sustancias que agotan el ozono; y un mundo donde el agujero de ozono persistió en su tamaño de 1987 durante el siglo XXI.
Además, simularon dos escenarios futuros de emisiones de gases de efecto invernadero: uno de bajas emisiones y otro de altas emisiones, calculando cómo cambian las principales características físicas del océano a lo largo de los 150 años simulados, así como la cantidad de carbono absorbido por el océano en respuesta a estos cambios físicos.