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Estudio revela el ‘paradoja del agua vieja’ en los bosques: claves para la gestión hídrica

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mayo 27, 2025

En un rincón del bosque suizo, el investigador Marius Floriancic ha establecido un laboratorio único, conocido como el «Waldlabor», donde se llevan a cabo experimentos sobre la hidrología del suelo. Este espacio, ubicado a solo cinco minutos de su oficina en el campus de Hönggerberg de la ETH Zurich, permite a estudiantes de grado y posgrado realizar mediciones y experimentos en un entorno natural sin las limitaciones que impone la distancia entre la universidad y un sitio experimental forestal.

El «Waldlabor» se ha convertido en un recurso valioso para la educación práctica en el ámbito de la ingeniería medioambiental. Floriancic y su equipo han desarrollado un sistema de medición que les permite analizar la edad y el origen del agua del suelo, revelando un fenómeno conocido como el «paradoja del agua antigua». Esta teoría sugiere que en los suelos forestales predominan las aguas que han estado almacenadas durante meses o años, en lugar de las aguas recientes provenientes de las precipitaciones.

La paradoja del agua antigua

Los investigadores han instalado «ventosas» en el suelo junto a un árbol de haya, las cuales permiten extraer muestras de agua a diferentes profundidades. Los análisis realizados a lo largo de los últimos cinco años han mostrado que incluso a una profundidad de diez centímetros, solo un tercio del agua almacenada es más joven que tres semanas. Floriancic señala que estos datos son cruciales para la comunidad científica, ya que ofrecen un nuevo entendimiento sobre los procesos hidrológicos en los bosques, que hasta ahora habían sido considerados como una «caja negra».

El equipo también ha realizado estudios en la cuenca del arroyo Holderbach, donde se ha demostrado que incluso después de fuertes tormentas, la mayoría del agua en el arroyo es «vieja», con un promedio del 86% del escurrimiento siendo agua que ha estado almacenada en el suelo durante al menos un mes. Este conocimiento no solo es interesante desde un punto de vista académico, sino que también puede tener aplicaciones prácticas en la planificación de mitigación de inundaciones.

La investigación ha revelado que los inviernos con poca precipitación son especialmente perjudiciales para los árboles, ya que la recarga del agua del suelo es significativamente mayor en invierno que en verano. La falta de precipitaciones en invierno impide que el suelo acumule suficiente agua para afrontar las altas temperaturas del verano. Además, el equipo ha descubierto que la calidad del suelo, su estructura y la cantidad de materia orgánica son fundamentales para la capacidad de almacenamiento de agua.

Los hallazgos de Floriancic apuntan a que un suelo rico en materia orgánica, así como una diversidad de especies de árboles, incrementan la resiliencia del bosque frente a los efectos del cambio climático. Un bosque más diverso no solo es beneficioso para la biodiversidad, sino que también resulta ser un ecosistema más eficiente en el manejo del agua.

La investigación del «Waldlabor» ha sido publicada en revistas científicas como Hydrology and Earth System Sciences y Tree Physiology, contribuyendo significativamente al conocimiento sobre la hidrología forestal y su relación con el cambio climático. Estos estudios son un recordatorio de la importancia de preservar nuestros ecosistemas y de la necesidad de adoptar prácticas sostenibles que aseguren la salud de nuestros bosques para el futuro.

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