En el contexto actual de la agricultura, los agricultores se enfrentan a un dilema que no solo afecta su productividad, sino que también plantea serios retos medioambientales. La normativa medioambiental cada vez más estricta les impide esparcir todo el estiércol generado en sus tierras, obligándoles, al mismo tiempo, a recurrir a fertilizantes sintéticos para garantizar un adecuado suministro de nutrientes a sus cultivos. Esta situación ha llevado a un aumento del excedente de estiércol y a la pérdida de nutrientes valiosos, creando un círculo vicioso que necesita ser abordado.
La problemática del estiércol
El estiércol es una fuente importante de nutrientes como el nitrógeno (N), el fósforo (P) y el potasio (K), esenciales para el crecimiento de las plantas. Sin embargo, cuando se aplica más estiércol del que las cosechas pueden absorber, el nitrógeno y el fósforo se filtran en las aguas subterráneas y superficiales, lo que provoca un crecimiento excesivo de algas en ríos y lagos, perjudicando a la fauna acuática. Además, el estiércol no tratado emite amoníaco, contribuyendo a la contaminación ambiental. Para mitigar estos efectos, los agricultores deben cumplir con regulaciones que limitan la cantidad de nutrientes que pueden aplicar en sus tierras.
En países como los Países Bajos, donde hay una alta densidad de ganado en áreas reducidas, el sobrante de estiércol se convierte rápidamente en un problema. Este excedente no puede ser utilizado y debe ser exportado o procesado, lo que generalmente conlleva un coste adicional para los agricultores.
La situación se complica aún más al considerar que, al no poder usar todo su estiércol, los agricultores deben recurrir a fertilizantes sintéticos, producidos a través de procesos energéticamente intensivos, como el proceso Haber-Bosch. Esto no solo genera emisiones de CO₂, sino que también aumenta el costo de producción agrícola, creando un paradoja: se desecha un recurso valioso mientras se compran fertilizantes contaminantes para compensar su falta.
Investigadores como Marrit van der Wal, doctoranda familiarizada con los desafíos del sector agrícola, están trabajando en soluciones innovadoras. Su investigación se centra en una técnica que permite separar el nitrógeno y el potasio del estiércol, transformándolos en productos reutilizables. Este proceso no solo podría ayudar a reducir el exceso de estiércol, sino que también facilitaría el cumplimiento de las regulaciones medioambientales.
Van der Wal ha estado desarrollando un método que utiliza tecnología de membranas para separar estos nutrientes en fracciones distintas, permitiendo su aplicación precisa en el campo. Con este enfoque, los agricultores podrían ajustar las proporciones de nitrógeno y potasio según las necesidades específicas de sus cultivos, lo que les otorgaría mayor flexibilidad y eficiencia en sus prácticas agrícolas.
La implementación de esta tecnología representa un paso significativo hacia una agricultura más circular y sostenible. Al transformar el estiércol en productos reutilizables, se optimizan los recursos y se minimizan los impactos ambientales, permitiendo a los agricultores continuar con su labor de manera sostenible y rentable.
