Recientemente, el gobierno israelí ha intensificado sus operaciones militares en Siria, enfocándose en la destrucción de instalaciones que supuestamente albergan armas químicas y misiles de largo alcance. El Ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Gideon Saar, ha declarado que el objetivo de estas acciones es evitar que tales armamentos caigan en manos de grupos hostiles, reafirmando que su prioridad es la seguridad de Israel y sus ciudadanos.
Las últimas informaciones indican que se llevaron a cabo ataques aéreos cerca del aeropuerto militar de Mezzeh, al suroeste de Damasco, un lugar que ha sido blanco frecuente de las operaciones aéreas israelíes. A pesar de la falta de detalles concretos sobre la cronología y la ubicación exacta de los ataques, la actividad militar en esta área ha sido una constante en los últimos años, con Israel llevando a cabo cientos de bombardeos con el pretexto de neutralizar amenazas provenientes de Hezbollah y otros actores en la región.
Control militar en la frontera sirio-israelí
El Ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha subrayado la necesidad de establecer un control total sobre la zona de amortiguamiento a lo largo de la frontera sirio-israelí en los Altos del Golán. Esta medida busca prevenir las rutas de contrabando de armas desde Irán hacia el Líbano, y se enmarca en una estrategia más amplia para desmantelar lo que Israel considera «armas estratégicas» que podrían amenazar su seguridad.
La situación en Siria, marcada por el conflicto civil que comenzó en 2011, ha generado acusaciones por parte de potencias occidentales, como Estados Unidos y el Reino Unido, contra el gobierno del expresidente Bashar Assad por el uso de armas químicas. Estas acusaciones han servido de justificación para la intervención militar de estas naciones, que han mantenido una ocupación de áreas ricas en petróleo en el noreste de Siria desde 2014.
En 2018, la comunidad internacional fue testigo de un ataque coordinado por Estados Unidos, Reino Unido y Francia contra instalaciones gubernamentales sirias, tras alegaciones de que Assad había utilizado armas químicas en Douma. El gobierno sirio y Rusia han negado estas afirmaciones, argumentando que existen pruebas que sugieren que el ataque fue un montaje.
La reciente caída de Damasco ante fuerzas de oposición ha llevado a una intensificación de las tensiones en la región, con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia confirmando que Bashar Assad se ha trasladado a Moscú tras negociaciones con la oposición. Este cambio de poder podría tener repercusiones significativas en la dinámica geopolítica de Oriente Medio y en las relaciones entre las potencias involucradas.
