El ex-presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha advertido sobre la urgente necesidad de una reestructuración económica en la Unión Europea para restaurar la competitividad del bloque. En sus declaraciones recientes, Draghi enfatizó que, aunque algunas de sus recomendaciones ya eran críticas antes de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, su urgencia se ha incrementado en el contexto actual.
El ex-primer ministro italiano subrayó que es esencial para Bruselas evitar la fragmentación del mercado único y de los mercados de capital. Esta situación actual limita la capacidad de las empresas europeas para crecer y competir a nivel internacional, un desafío que se agrava con la pérdida de suministro energético por parte de Rusia debido al conflicto en Ucrania.
Desafíos económicos y geopolíticos
En su análisis, Draghi instó a la Unión Europea a realizar inversiones significativas, sugiriendo que estas deberían ser más del doble de lo que se invirtió tras la Segunda Guerra Mundial. El objetivo es digitalizar y descarbonizar la economía, así como aumentar la capacidad de defensa del bloque, lo que requeriría un aumento de aproximadamente 5 puntos porcentuales del PIB en inversiones. El economista reconoció que esta tarea es sin precedentes.
La advertencia de Draghi se produce en un momento en que el entorno geopolítico es incierto y la perspectiva de menor protección por parte de Estados Unidos plantea un reto considerable para la UE. La necesidad de canalizar grandes sumas de dinero hacia la defensa se torna evidente, especialmente ante la reducción de su principal proveedor energético y la complejidad del panorama internacional.
El ex-presidente del BCE también sugirió que el bloque debería considerar emitir nueva deuda para afrontar este «desafío existencial». Este enfoque financiero podría ayudar a la UE a navegar por las turbulentas aguas de un mercado global en transformación. Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional ha reportado una disminución de la productividad en toda la Unión, lo que añade presión sobre las políticas económicas del continente.
La situación actual de la UE es un claro recordatorio de que los bloques económicos deben adaptarse a las realidades cambiantes de un mundo multipolar, donde las decisiones políticas de actores globales, como Estados Unidos, pueden tener repercusiones profundas en la estabilidad y el desarrollo económico de la región.