Los super-Júpiteres: gigantes cósmicos nacidos de colisiones planetarias

In Ciencia y Tecnología
enero 09, 2025

Investigaciones recientes han arrojado luz sobre la formación de los gigantes gaseosos en el universo, sugiriendo que a menudo pueden colisionar y fusionarse en planetas aún más grandes, denominados «super-Júpiteres». En el contexto cósmico, es interesante señalar que Júpiter es el planeta más grande de nuestro sistema solar, mientras que otros sistemas estelares albergan planetas gaseosos con masas al menos cinco veces superiores. Algunos de estos «super-Júpiteres» alcanzan tamaños tales que están en el límite de ser considerados planetas. Un estudio reciente ha simulado cómo podría ocurrir esta formación y ha encontrado que los super-Júpiteres son el resultado de colisiones catastróficas entre gigantes gaseosos.

Colisiones planetarias y sus consecuencias

Durante años, los astrónomos se han preguntado cómo se forman los super-Júpiteres. La cuestión central es si estos mundos colosales nacen ya grandes, a partir de grandes concentraciones de gas y polvo en el disco de material que rodea a una estrella recién formada, o si comienzan pequeños y alcanzan su tamaño gigante mediante la fusión con otros gigantes gaseosos. La respuesta a esta pregunta podría explicar por qué nuestro sistema solar no cuenta con un super-Júpiter. Investigadores del Instituto Flatiron, liderados por la astrónoma Jiayin Dong, utilizaron modelos informáticos para observar la evolución de varios sistemas estelares simulados, comparando sus resultados con mediciones reales de las masas y órbitas de gigantes gaseosos. Los hallazgos indican que los sistemas donde los gigantes gaseosos colisionan tienden a producir super-Júpiteres con órbitas que reflejan más fielmente lo que los astrónomos observan en la realidad.

Las órbitas de los gigantes gaseosos más masivos, aquellos que superan cinco veces la masa de Júpiter, suelen ser elípticas, lo que indica un pasado turbulento debido a las interacciones gravitacionales con otros planetas. Los super-Júpiteres tienden a tener órbitas más excéntricas que sus contrapartes más pequeñas, lo que sugiere que su formación se produjo en sistemas estelares más agitados, donde las colisiones y cercanías entre planetas eran más frecuentes. En tales entornos, los gigantes gaseosos más pequeños tienen menos probabilidades de sobrevivir; su menor masa los hace más susceptibles a ser expulsados del sistema o a ser absorbidos por un super-Júpiter en crecimiento. Según Dong, esto indica que existe un sesgo de supervivencia observacional: es más probable que los Júpiteres más pequeños sean expulsados, lo que podría explicar su escasez en comparación con los super-Júpiteres.

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