El revuelo por la cancelación de ayudas a la investigación en inteligencia artificial
La reciente cancelación de una convocatoria de ayudas por valor de 31 millones de euros destinada a la investigación en inteligencia artificial (IA) ha generado una ola de descontento entre la comunidad académica en España. Esta iniciativa, lanzada en verano de 2023 por el entonces Ministerio de Universidades, había suscitado grandes expectativas entre investigadores, quienes se esforzaron por coordinarse y presentar ambiciosos proyectos durante las vacaciones. Sin embargo, la situación dio un giro inesperado cuando, a finales de diciembre de 2024, el Ministerio de Ciencia comunicó que “circunstancias sobrevenidas” impedían resolver técnicamente la convocatoria, citando la necesidad de priorizar recursos tras la reciente dana en Valencia. Esta justificación ha sido calificada por varios académicos como «una excusa miserable» y ha levantado serias dudas sobre la transparencia del proceso.
Desde que se anunció la cancelación, las voces de descontento han proliferado. Investigadores como José Hernández-Orallo y Ulises Cortés han expresado su frustración, cuestionando la voluntad del Estado para apoyar la investigación en IA. La incertidumbre, según los académicos, no solo afecta a los proyectos presentados, sino que también pone en tela de juicio la credibilidad de futuras convocatorias. El silencio prolongado del Ministerio, que se rompió con una carta a los solicitantes justo antes de fin de año, ha dejado a muchos en la comunidad científica con una sensación de traición y desconfianza hacia las instituciones encargadas de fomentar la investigación en el país.
La cancelación también ha puesto de relieve las dificultades burocráticas que enfrentan los investigadores en España. La convocatoria estaba diseñada para fomentar la colaboración entre diferentes disciplinas académicas, lo que complicó aún más el proceso. Muchos investigadores han coincidido en que las exigencias administrativas han transformado la presentación de proyectos en un laberinto burocrático, desincentivando la participación en futuras iniciativas. A medida que la comunidad científica evalúa sus próximos pasos, hay quienes, como Hernández-Orallo, consideran la posibilidad de buscar oportunidades en el extranjero, sintiéndose desmotivados por la falta de apoyo del gobierno español. Este panorama plantea un desafío significativo para el futuro de la investigación en IA en España, que podría verse comprometido si no se toman medidas para restaurar la confianza en el sistema de financiación y apoyo a la ciencia.
