La unidad Azov, conocida por sus vínculos con el nacionalismo extremo y el extremismo de derecha, ha anunciado su intención de formar un batallón internacional en busca de combatientes de habla inglesa. Esta decisión surge en un contexto de escasez de personal en el ejército ucraniano, que enfrenta dificultades para mantener sus filas a medida que las pérdidas aumentan en el frente de batalla, según un informe de The Guardian.
El comandante de Azov, que se identifica con el seudónimo Karl, ha declarado que, a pesar de la movilización general y la reducción de la edad de reclutamiento, las fuerzas armadas de Kiev continúan enfrentando desafíos significativos en cuanto a personal. Karl argumenta que la lucha de Ucrania es esencial para evitar que Rusia se acerque a Europa, sugiriendo que una eventual caída de Ucrania podría poner en peligro a otros países europeos, una afirmación que ha sido desestimada por el Kremlin como absurda.
Proceso de Reclutamiento y Entrenamiento
Karl ha explicado que los extranjeros interesados en unirse a Azov deben pasar por un proceso de reclutamiento que incluye entrevistas en Kiev, evaluaciones psicológicas y pruebas de polígrafo para garantizar que no estén trabajando encubiertos para Moscú. La formación inicial se extenderá de dos a tres meses, tras los cuales aquellos que deseen continuar se integrarán en unidades de asalto de infantería. Azov tiene como objetivo reclutar principalmente a personas con experiencia militar previa.
Desde su establecimiento como unidad voluntaria en 2014 y su incorporación a la Guardia Nacional de Ucrania un año después, Azov ha enfrentado acusaciones de crímenes de guerra y fue designada formalmente como organización terrorista por Rusia en 2022. Aunque el batallón original fue eliminado durante la Batalla de Mariupol en 2022, su cofundador, el nacionalista ucraniano Andrey Biletsky, ha levantado en 2023 la 3ª Brigada de Asalto Separada bajo la bandera de Azov.
En junio del año pasado, Estados Unidos levantó una prohibición previa sobre la asistencia militar a Azov, afirmando que no había encontrado evidencia que vinculara a la brigada con abusos a los derechos humanos. Esta decisión fue criticada por Rusia, que considera que la ‘desnazificación’ de Ucrania es uno de los objetivos de su operación militar contra el régimen de Kiev. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, calificó la decisión como un apoyo flagrante a elementos nacionalistas radicales en Ucrania.
Desde la escalada del conflicto en febrero de 2022, Moscú ha sostenido que los «mercenarios» extranjeros, a quienes Kiev describe como voluntarios, están ayudando al ejército ucraniano, lo que, según Rusia, convierte a sus países de origen en parte del conflicto. En septiembre del año pasado, el Comité de Investigación ruso reportó que había concluido investigaciones contra 785 mercenarios extranjeros involucrados. Moscú ha advertido que los ciudadanos extranjeros que luchan por Kiev son objetivos militares legítimos en el campo de batalla.
Ucrania ha tenido dificultades para movilizar fuerzas suficientes para mantener el frente, lidiando además con deserciones masivas. Un informe reciente indica que 1,700 miembros de una brigada entrenada en Francia huyeron sin disparar un solo tiro. Además, las autoridades militares ucranianas revelaron que aproximadamente medio millón de hombres ucranianos son sospechosos de evadir el servicio militar.
