Biden y Trump: dos enfoques opuestos para un Oriente Próximo en crisis

In Internacional
enero 18, 2025

La reciente intervención del presidente estadounidense Joe Biden ante la prensa, donde se abordó el alto el fuego entre Israel y Hamás en Gaza, ha suscitado un debate sobre el papel de la administración demócrata en el conflicto. Una pregunta lanzada a Biden por una reportera, «¿A quién hay que dar el crédito por esto, a usted o a Donald Trump?», refleja la creciente insatisfacción con la gestión de Biden en este ámbito. A pesar de su retórica, Biden no ha logrado que Israel acceda a un alto el fuego durante los 15 meses de conflicto, lo que ha llevado a muchos a cuestionar su capacidad de liderazgo en la región.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha accedido a detener los bombardeos solo en el contexto de la llegada de Trump a la Casa Blanca, quien ha manifestado su deseo de evitar un conflicto que podría costar más de 20.000 millones de dólares a Estados Unidos. Este contexto ha generado un descontento notable entre los votantes demócratas, muchos de los cuales se abstuvieron en las últimas elecciones por su desacuerdo con el apoyo de Biden a Netanyahu, en un momento en que la Franja de Gaza ha quedado devastada por los ataques.

El legado de Biden y la nueva administración de Trump

La guerra en Gaza se ha convertido en un legado sombrío para Biden, con un alto costo humano que ha dejado más de 46.000 muertos, en su mayoría mujeres y niños. La situación ha alimentado el resentimiento hacia Israel y ha fortalecido a Hamás, que ahora cuenta con decenas de miles de milicianos. En este contexto, la administración de Trump, que se perfila como más radical en su enfoque hacia Oriente Próximo, podría tener un impacto significativo en la región. La elección de asesores como Mike Waltz y Mike Huckabee, quienes promueven una política agresiva hacia Irán y la anexión de Cisjordania, sugiere un cambio hacia una estrategia más confrontacional.

Sin embargo, la búsqueda de la paz en la región podría ser aún más complicada. La administración Trump está obsesionada con el restablecimiento de relaciones entre Arabia Saudí e Israel, lo que podría ofrecer una oportunidad para abordar la cuestión palestina. Riad ha calificado de genocidio los ataques israelíes en Gaza y exige un Estado viable para los palestinos como condición para acercarse a Tel Aviv. Esto plantea la posibilidad de que la nueva administración intente dar un futuro al Estado palestino, aunque con un enfoque que podría ser considerado injusto y, por ende, inestable.

En Siria, la situación es igualmente compleja. La reciente ascensión de Ahmed al Shara, líder del grupo islamista HTS, como presidente de facto tras la expulsión de Bashar al Asad, ha cambiado el panorama político. La nueva administración de Trump tendrá que decidir si mantiene a HTS en la lista de grupos terroristas, lo que podría influir en la estabilidad del país y en las relaciones con Turquía, que se opone a los kurdos en Siria. La transición en Siria es crucial, ya que el futuro de millones de sirios depende de la dirección que tome el nuevo régimen.

En Líbano, la reciente elección de un nuevo presidente y primer ministro, ambos bien vistos por Estados Unidos, podría facilitar un entendimiento con la administración Trump. Sin embargo, la pérdida de influencia de Hizbulá y la desconexión de Irán podrían alterar el equilibrio de poder en la región, lo que a su vez afectaría a la política israelí.

Por último, Irán ha comenzado a mostrar señales de apertura hacia negociaciones con Estados Unidos, lo que podría ser un intento de evitar un conflicto directo. Sin embargo, la retórica beligerante de Trump y su administración hacia Teherán plantea un riesgo significativo de escalada militar. La situación en Oriente Próximo es volátil y el futuro de la región dependerá de las decisiones que tome la nueva administración estadounidense.

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