Investigaciones recientes han revelado la existencia de numerosos posibles «slabs» subducidos en ubicaciones sorprendentes en el manto terrestre, la segunda capa más externa de nuestro planeta. Estos misteriosos bloques parecen encontrarse en lugares donde no deberían, lo que ha dejado a los investigadores perplejos.
Durante décadas, los científicos han estado formando una imagen más precisa del interior de la Tierra mediante el uso de sismógrafos, que crean imágenes en 3D al medir cómo las ondas sísmicas generadas por los terremotos reverberan en las profundidades del planeta. Este método ha permitido identificar secciones antiguas de la corteza terrestre, conocidas como «slabs» subducidos, que han sido arrastrados al manto a través de zonas de subducción donde convergen las placas tectónicas. Por ejemplo, en octubre de 2024, se anunció el descubrimiento de un sector del fondo marino que había descendido profundamente en el manto bajo la Isla de Pascua.
Nuevos descubrimientos en el manto terrestre
En un estudio publicado el 4 de noviembre de 2024 en la revista Scientific Reports, los investigadores revelaron que habían descubierto «numerosos» posibles slabs subducidos a lo largo del manto terrestre mediante un nuevo tipo de imagen sismográfica. Sin embargo, a diferencia de los slabs subducidos identificados previamente, que se encuentran en áreas donde las placas tectónicas colisionan o lo han hecho en el pasado, algunas de estas nuevas anomalías están ubicadas en lugares donde nunca se ha registrado actividad tectónica, como debajo del océano Pacífico occidental. Esto ha generado incertidumbre sobre cómo han llegado allí.
«Ese es nuestro dilema», comentó Thomas Schouten, candidato a doctorado en el Instituto Geológico ETH de Zúrich, Suiza. «Con el nuevo modelo de alta resolución, podemos ver tales anomalías en todas partes del manto terrestre. Pero no sabemos exactamente qué son».
Existen otras explicaciones potenciales para estas nuevas estructuras mapeadas. Por ejemplo, podrían estar compuestas de material similar a la corteza que quedó del origen del manto hace 4 mil millones de años, o podrían consistir en algún otro material denso que se ha acumulado en el manto durante los últimos cientos de millones de años. Sin embargo, estas son solo teorías alternativas, ya que la identidad de estos bloques sigue siendo un «gran misterio», según los representantes de ETH Zúrich.
Hasta ahora, todo lo que sabemos sobre el interior de la Tierra se ha obtenido uniendo diferentes sismógrafos creados a partir de terremotos individuales en todo el mundo. En el nuevo estudio, los investigadores utilizaron un método conocido como inversión de forma de onda completa, que combina estos sismógrafos en una imagen clara. Este enfoque computacionalmente intensivo requirió el uso del superordenador Piz Daint, anteriormente el más potente de Europa, en el Centro Suizo de Supercomputación en Lugano, para procesar los datos.
El coautor del estudio, Andreas Fichtner, un sismólogo en ETH Zúrich, comparó el uso de la inversión de forma de onda completa con los avances en la imagenología médica. «Imagina que un médico ha estado estudiando el sistema circulatorio durante décadas. Luego, si le das una nueva herramienta de examen mejor, de repente ve una arteria en el trasero que no debería estar allí», explicó Fichtner. «Así es como nos sentimos con respecto a los nuevos hallazgos».
Los investigadores creen que los nuevos bloques descubiertos pueden ser slabs subducidos, en gran parte porque las ondas sísmicas viajan a través de ellos a la misma velocidad. Sin embargo, esto no garantiza que sean lo mismo, por lo que se requiere más investigación para evaluar si realmente son similares.
«Debemos calcular los diferentes parámetros del material que podrían generar las velocidades observadas de los diferentes tipos de ondas», dijo Schouten. «Esencialmente, debemos profundizar en las propiedades del material detrás de la velocidad de las ondas».
