La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en su segundo mandato marca un punto de inflexión en la política estadounidense, donde la rapidez y la contundencia de sus acciones se convierten en el eje central de su estrategia. A diferencia de su primer mandato, en el que se vio obligado a lidiar con un entorno político más fragmentado, Trump ahora cuenta con un control absoluto sobre el Partido Republicano y las dos cámaras del Congreso, lo que le permite implementar su agenda de manera más agresiva.
En sus primeros días, Trump tiene la intención de firmar alrededor de 100 órdenes ejecutivas, superando con creces el récord de 17 establecido por Joe Biden. Este enfoque no solo busca marcar el tono de su presidencia, sino también cumplir con sus promesas y demostrar una fuerza política que resuene entre sus seguidores. La estrategia se asemeja a una táctica militar de «conmoción y pavor», diseñada para abrumar a sus adversarios y paralizar cualquier resistencia.
Las principales medidas anticipadas
Entre las acciones más destacadas, se prevé que Trump inicie la «mayor operación de deportación» en la historia de Estados Unidos, comenzando con redadas en Chicago. Además, se anticipa la firma de órdenes ejecutivas que reanudarán la construcción del muro en la frontera con México, suspenderán la admisión de refugiados y eliminarán programas de protección para inmigrantes de países como Cuba y Venezuela.
Trump también planea declarar una emergencia nacional para enviar más recursos del Pentágono a la frontera y reinstaurar políticas de inmigración restrictivas, como el veto musulmán de su primer mandato. Asimismo, se prevé que firme una orden que niegue el derecho de ciudadanía por nacimiento a los hijos de inmigrantes ilegales, lo que seguramente desencadenará una serie de batallas legales, dado que este derecho está consagrado en la Constitución.
En el ámbito económico, Trump ha prometido imponer aranceles del 25% a productos de Canadá y México, así como un 10% adicional a los productos chinos. También se espera que establezca un nuevo organismo para gestionar estos gravámenes. En cuanto a la regulación, su intención es eliminar diez regulaciones por cada nueva que se apruebe, buscando reducir costos en bienes y servicios.
La política medioambiental también será objeto de un cambio radical, con la posibilidad de que Trump saque a Estados Unidos del Acuerdo de París y deshaga muchas de las medidas implementadas por Biden en este ámbito. Se anticipa que eliminará apoyos a vehículos eléctricos y relajará los estándares de emisiones, además de expandir las perforaciones petroleras y gasísticas.
En el ámbito social, Trump ha prometido implementar medidas que prohíban la participación de personas transexuales en deportes femeninos y que eliminen programas de diversidad e inclusión en el gobierno federal. También se espera que reinstaure políticas que prohíban el financiamiento federal a grupos internacionales que asesoren sobre el aborto.
Finalmente, uno de los cambios más significativos que se prevén es la reactivación del ‘Schedule F’, que permitiría la purga de funcionarios civiles no leales, intensificando así el esfuerzo de Trump por desmantelar lo que él y sus aliados consideran el «estado administrativo».
Con estas medidas, Trump busca no solo reafirmar su liderazgo dentro del Partido Republicano, sino también movilizar a su base electoral, que espera ansiosa un retorno a las políticas que marcaron su primer mandato. La rapidez y la contundencia de sus acciones en estos primeros días serán cruciales para definir el rumbo de su presidencia y la respuesta de sus opositores.
