El inicio del segundo mandato de Donald Trump en la Casa Blanca marca un punto de inflexión en la política estadounidense, donde la estrategia de acción rápida y contundente se convierte en el eje central de su gobierno. A diferencia de su llegada en 2017, en esta ocasión Trump cuenta con un control absoluto sobre el Partido Republicano y un equipo de leales que le permitirá implementar su agenda sin las limitaciones que enfrentó en su primer mandato.
Trump ha anunciado su intención de firmar alrededor de 100 órdenes ejecutivas en su primer día, superando con creces el récord de 17 establecido por Joe Biden. Esta avalancha de medidas busca no solo marcar el tono de su presidencia, sino también cumplir con las promesas realizadas durante su campaña electoral. La estrategia se asemeja a una «conmoción y pavor» política, diseñada para abrumar a sus adversarios y consolidar su poder desde el primer momento.
Las principales medidas anticipadas
Entre las acciones más destacadas se encuentra el lanzamiento de la «mayor operación de deportación» en la historia de EE.UU., que comenzará con redadas en Chicago. Además, se prevé la firma de órdenes ejecutivas que reanudarán la construcción del muro en la frontera con México y suspenderán la admisión de refugiados, así como la eliminación de programas que ofrecen protecciones especiales a inmigrantes de ciertos países.
Trump también planea declarar una emergencia nacional para movilizar recursos del Pentágono hacia la frontera y reinstaurar políticas restrictivas de inmigración, como el veto musulmán de su primer mandato. Entre las medidas más controvertidas, se encuentra la intención de negar el derecho de ciudadanía por nacimiento a los hijos de inmigrantes indocumentados, un movimiento que seguramente enfrentará desafíos legales debido a su incompatibilidad con la Constitución estadounidense.
En el ámbito económico, Trump ha prometido imponer aranceles del 25% a productos de Canadá y México, así como un 10% adicional a los productos chinos. Además, se anticipa la creación de un nuevo organismo para gestionar estos gravámenes. En cuanto a la regulación, su objetivo es eliminar diez regulaciones por cada nueva que se implemente, buscando así reducir los costos de los bienes para los consumidores.
La agenda de Trump también incluye un fuerte impulso a las criptomonedas, que se convertirán en una prioridad política. Se prevé la creación de un consejo asesor y la posibilidad de establecer una reserva estratégica de bitcoin. En el ámbito medioambiental, se anticipa que Trump revertirá muchas de las políticas de Biden, incluyendo la salida del Acuerdo de París y la eliminación de apoyos a vehículos eléctricos.
Por último, se espera que Trump inicie un ataque frontal contra lo que él denomina el «estado administrativo», reviviendo la iniciativa ‘Schedule F’, que permitiría la purga de funcionarios civiles no alineados con su administración. Este enfoque radical podría transformar significativamente la estructura del gobierno federal, permitiendo una mayor lealtad política entre los funcionarios públicos.
Las primeras acciones de Trump no solo reflejan su intención de gobernar con mano firme, sino que también evidencian una clara alineación con los sectores más conservadores de su base electoral, que han estado esperando un retorno a las políticas más estrictas y polarizadoras que caracterizaron su primer mandato.