Alianzas europeas se oponen a reabrir gasoductos rusos en medio de negociaciones de paz por Ucrania

In Economía
febrero 06, 2025

Recientemente, se ha generado un intenso debate en torno a la posibilidad de reabrir los gasoductos rusos como parte de un posible acuerdo de paz en el conflicto de Ucrania. Este tema ha suscitado la preocupación de varios aliados más cercanos de Ucrania, quienes advierten que tal medida podría resultar en una dependencia indeseable de la energía rusa, lo cual sería un retroceso significativo en la política energética europea.

Estonia, un país que forma parte de la OTAN y comparte una extensa frontera con Rusia, ha sido uno de los más vocales en su oposición a la reactivación de los flujos de gas ruso hacia Europa. Kadri Elias-Hindoalla, director del departamento de sanciones y bienes estratégicos de asuntos exteriores de Estonia, enfatizó que «volver atrás no es una buena solución en ningún sentido» y recordó cómo Rusia ha utilizado la energía como una herramienta de presión en el pasado.

Dependencia energética y su historia

La historia reciente ha enseñado a Europa que la dependencia de la energía rusa puede tener graves consecuencias. La invasión de Georgia en 2008 y la actual guerra en Ucrania son recordatorios de la necesidad de diversificar las fuentes de energía. La postura de Estonia es clara: maximizar las sanciones y limitar las importaciones de energía de Rusia es esencial para garantizar la seguridad energética del continente.

Por su parte, la Comisión Europea ha declarado que no están vinculando la reapertura de los gasoductos rusos con las conversaciones de paz, reafirmando su compromiso de eliminar gradualmente las importaciones de gas ruso. Esta estrategia se enmarca dentro de un esfuerzo más amplio para fortalecer la independencia energética de Europa, lo que resulta crucial en el contexto geopolítico actual.

Sin embargo, el exministro de Relaciones Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, ha calificado la idea de restablecer la dependencia del gas ruso como «una de las peores ideas en la historia del mundo». Su declaración resuena con la preocupación de muchos países de la región, que temen que la reactivación de los gasoductos podría implicar una capitulación ante la agresión rusa.

A medida que el suministro de gas ruso a Europa se detuvo a principios de 2025, Europa se enfrenta a un cambio significativo en su estructura de suministro energético. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha calificado el fin del tránsito de gas ruso a través de Ucrania como «una de las mayores derrotas de Moscú», destacando la necesidad de buscar alternativas energéticas que no dependan del Kremlin.

En este contexto, países como Polonia también han instado a la Unión Europea a no reabrir los flujos de gas ruso. El presidente polaco, Andrzej Duda, ha expresado su esperanza de que los líderes europeos aprendan de la agresión rusa y se comprometan a no restaurar el bombeo de gas a través de los gasoductos existentes. Esta posición refleja una creciente conciencia entre los países de Europa del Este sobre los peligros de la dependencia energética de Rusia.

La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro de la política energética de Europa y la necesidad de encontrar una solución sostenible y segura que no dependa de la Rusia de Putin, un régimen que ha demostrado su disposición a utilizar la energía como un arma geopolítica. La búsqueda de alternativas energéticas debe ser un objetivo prioritario para garantizar la estabilidad y seguridad en la región.

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