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Yo no me alegro de la muerte de la Duquesa de Alba

In Opinión
noviembre 20, 2014

Ha muerto Cayetana de Alba, la aristócrata con más títulos nobiliarios del mundo y poseedora de una fortuna de 2.800 millones de euros, a los 88 años. Este suceso ha propiciado que la inmensa mayoría de medios nos inunden con relatos de lo buena, amable, campechana y gran persona que era la Duquesa de Alba y, por supuesto, nos oculten otras muchas cosas.

¿Qué nos ocultan? Pues por ejemplo que gran parte de las 34.000 hectáreas que posee la familia fueron conseguidas gracias a Franco y mediante el fusilamiento de miles de jornaleros. Durante la II República, debido a lo mal repartida que estaban las tierras cultivables y viendo que las familias aristócratas que las poseían no tenían intención de producir nada en ellas, se expropiaron dichas tierras y fueron entregadas legalmente a los trabajadores para generar centenares de miles de puestos de trabajo y evitar que el pueblo se muriese de hambre (como ocurría desde hacía siglos). Esta reforma agraria duró poco.

Cuando estalló la Guerra Civil, la aristocracia recuperó esas tierras asesinando y torturando a los trabajadores. Es necesario decir, además, que la familia de la Duquesa de Alba fue muy cercana al régimen franquista. Pero hay muchas otras cosas. La familia de la Duquesa recibe varios millones de euros al año de la UE en concepto de ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC) por el mero hecho de tener tierras (las cuales no producen nada ni generan puestos de trabajo), mientras en nuestro país hay 4,5 millones de parados, muchos de ellos viviendo bajo el umbral de la pobreza y sin subsidio alguno.

A estas ayudas hay que sumarle otras a las que pueden optar. Por si fuese poco, se permiten el lujo de llamar vagos a los trabajadores andaluces porque reciben un subsidio ínfimo (PER) tras 35 jornadas de trabajo que únicamente les permite sobrevivir el resto del año. Además, a pesar de tal patrimonio, la familia de la Duquesa de Alba utiliza su propia Fundación o sociedades patrimoniales para obtener desgravaciones fiscales. De hecho se acaba de revelar que el 90% del patrimonio de la Casa de Alba está exento del pago de impuestos. Además, según denunció el Sindicato Andaluz de Trabajadores, la Duquesa de Alba ha tenido gente trabajando de manera irregular, ha incumplido los convenios con los trabajadores e ingresa millones de euros de forma irregular. Si partimos de la premisa básica de que la sociedad está dividida en clases sociales (explotadores y explotados) con intereses totalmente contrapuestos (unos pagar menos a sus empleados y otros ganar un sueldo mayor), vemos claramente que la Duquesa de Alba pertenecía a la clase explotadora ya que jamás trabajó, sino que vivió del trabajo de los demás. Eso (el vivir del trabajo de otros) es lo que caracteriza a su clase social. Sin embargo, lo que caracteriza a la clase trabajadora es que necesita emplearse para obtener un salario y así sobrevivir.

La Duquesa de Alba pertenecía más concretamente a la clase terrateniente, que se beneficia de sus numerosas tierras, no a la clase capitalista que vive de la plusvalía de sus trabajadores (aunque también lo hacía en parte ya que algunas de sus tierras sí se trabajan). En todo caso, se trata de una clase que domina a la trabajadora.

No obstante, no puedo sentir alegría o alivio por su muerte, al igual que cuando murió Botín. No puedo porque otra persona ocupará su lugar y la explotación de la clase trabajadora continuará hasta que seamos los trabajadores organizados los que acabemos con ella. No puedo porque, a pesar de todo el daño que causó, la Duquesa de Alba murió sin haber pagado por ello. No puedo porque gran parte de la clase trabajadora, en su alienación, sigue creyendo los cuentos de hadas que le cuentan los medios pagados por la clase dominante, lo que le hace creer que el explotador quiere lo mejor para el trabajador. No puedo porque mientras los explotadores son tildados de héroes por los medios al morir, se silencia a los miles de trabajadores que se han suicidado por esta crisis, a los que mueren en accidentes laborales o a los que se les priva de los derechos humanos más básicos.

Tenemos circo para días. Las televisiones del régimen nos dirán que la Duquesa de Alba era muy del pueblo, que era simpática, rebelde y que se preocupaba mucho por Sevilla. Lo repetirán hasta que la mayoría de españoles se hagan la imagen de la Duquesa de Alba que pretende crear la clase dominante y no lo que fue realmente: una enemiga de la clase trabajadora que vivió a base de explotarla.

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Editorial del diario LaRepublica.es.