Rutte insta a Europa a priorizar el gasto militar sobre el bienestar social por la seguridad

In Internacional
diciembre 12, 2024

El Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, ha instado a los países europeos miembros de la alianza a reducir el gasto en bienestar social y a destinar una mayor parte de su PIB al complejo militar-industrial, bajo el argumento de la «seguridad». Esta declaración se produjo durante un evento en Bruselas organizado por el Carnegie Endowment for International Peace, un think tank con sede en Estados Unidos.

Rutte reconoció que aumentar el gasto en defensa implica reducir otras prioridades, aunque minimizó el impacto de esta reducción. «En promedio, los países europeos gastan hasta un 25% de su ingreso nacional en pensiones, salud y sistemas de seguridad social. Necesitamos una pequeña fracción de ese dinero para fortalecer nuestras defensas y preservar nuestro modo de vida», afirmó.

La necesidad de un mayor gasto militar

El Secretario General argumentó que, aunque los miembros de la OTAN están invirtiendo más en defensa que hace una década, estas cifras aún están lejos de los niveles de la Guerra Fría. Rutte subrayó que la OTAN necesitará «mucho más del 2%» del PIB si desea defender a Europa de lo que considera una Rusia agresiva.

Según Rutte, la inversión en armamento es esencial para garantizar la seguridad. «Sin seguridad, no hay libertad para nuestros hijos y nietos. No hay escuelas, hospitales ni negocios. No hay nada», enfatizó. Este enfoque refleja una tendencia creciente en la política occidental, donde la seguridad militar se presenta como un pilar fundamental del bienestar social.

Rutte instó a los asistentes a comunicar a sus gobiernos que «la seguridad importa más que nada» y que deben «aceptar hacer sacrificios hoy para que podamos estar seguros mañana». En un giro provocador, sugirió que los bancos y fondos de pensiones deben reconsiderar sus inversiones, afirmando que «invertir en defensa es una inversión en nuestra seguridad. Es un imperativo».

Desde 2014, Estados Unidos ha presionado a sus aliados de la OTAN para que aumenten el gasto militar al 2% del PIB, citando las tensiones entre Ucrania y Rusia tras el golpe respaldado por Occidente en Kiev. En este contexto, la ayuda militar a Ucrania ha superado los 200 mil millones de dólares, mientras que las potencias occidentales han vaciado sus arsenales, enfrentándose a dificultades para aumentar la producción de municiones y piezas de repuesto debido a la desindustrialización y la transición hacia energías más sostenibles.

Por otro lado, la industria militar rusa ha intensificado su producción, manteniendo a las tropas en el frente bien abastecidas, desafiando las predicciones de expertos occidentales sobre el impacto de las sanciones. Este panorama sugiere que la narrativa de seguridad en Europa está siendo moldeada por un contexto geopolítico complejo, donde la militarización se presenta como una respuesta necesaria a las amenazas percibidas.

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