
El presidente de Estados Unidos ha anunciado nuevas restricciones arancelarias sobre productos chinos, en lo que ha calificado como una medida de represalia por la supuesta incapacidad de China para frenar el flujo de migrantes y drogas hacia su país. Esta decisión ha generado una rápida respuesta desde Pekín, que ha anunciado su intención de presentar una demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y adoptar otras medidas de retaliación.
Según un comunicado del Ministerio de Comercio de China, el aumento unilateral de los aranceles por parte de Washington se considera una “grave violación” de las normas de la OMC. El presidente Trump, en su anuncio realizado el pasado sábado, justificó la imposición de nuevos aranceles sobre China, México y Canadá, citando preocupaciones sobre la gestión de la migración y el tráfico de drogas ilegales, como el fentanilo, en la frontera estadounidense.
Nuevos aranceles y sus implicaciones
Los nuevos aranceles, que entrarán en vigor el 4 de febrero, consistirán en un impuesto del 25% sobre todas las importaciones provenientes de México y la mayoría de los productos de Canadá, así como un arancel del 10% sobre los bienes chinos. Según un documento informativo publicado por la Casa Blanca, estos aranceles se mantendrán sin excepciones “hasta que se alivie la crisis”.
El Ministerio de Comercio de China ha expresado su “firme insatisfacción” y “oposición” a las acciones de Estados Unidos. En su declaración, Pekín subrayó que esta medida no solo es contraproducente para resolver los problemas internos de Washington, sino que también socava la cooperación económica y comercial normal entre ambos países. Además, el ministerio ha advertido que tomará “contramedidas correspondientes para salvaguardar sus derechos e intereses”, aunque no ha especificado los detalles de dichas acciones.
La posición de China es clara: las guerras comerciales no benefician a ninguna de las partes involucradas. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha calificado los nuevos aranceles como “no constructivos” y ha advertido que podrían reavivar un conflicto comercial entre las dos potencias. En este sentido, se ha enfatizado que el enfoque de Estados Unidos debería centrarse en abordar sus propios problemas, como la importación de drogas ilegales, en lugar de amenazar a otros países con aranceles.
Por su parte, Canadá y México no han tardado en reaccionar ante las acusaciones y las nuevas tarifas impuestas por Trump. En cuestión de horas, Canadá anunció la implementación de aranceles del 25% sobre productos estadounidenses, afectando “artículos de uso cotidiano”, según el primer ministro Justin Trudeau. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha instruido al Ministerio de Economía para activar el “Plan B”, que incluye medidas arancelarias y no arancelarias contra Estados Unidos, con un enfoque particular en sectores como la agricultura.
La situación actual refleja la creciente tensión en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y sus vecinos, así como con China, en un contexto donde las medidas proteccionistas parecen ser la respuesta elegida por la administración de Trump ante desafíos complejos en materia de migración y narcotráfico.