El pasado viernes, los controladores aéreos del Aeropuerto Internacional de Newark Liberty, en Nueva Jersey, enfrentaron una nueva interrupción en sus operaciones, perdiendo el radar y la comunicación con las aeronaves durante un lapso de 90 segundos. Este incidente se produjo en un contexto de creciente preocupación por la obsolescencia de la tecnología utilizada en el control del tráfico aéreo estadounidense, justo horas después de que la administración de Donald Trump anunciara un plan para modernizar estos sistemas.
Según la Administración Federal de Aviación (FAA), la interrupción tuvo lugar alrededor de las 3:55 a.m. ET, un horario en el que hay significativamente menos vuelos en comparación con horas pico. Por lo tanto, las perturbaciones fueron menos notables que las ocasionadas por un incidente similar ocurrido el 28 de abril, que causó un caos en los viajes aéreos durante varios días. Esta situación refleja no solo los desafíos técnicos, sino también las tensiones inherentes al sector, que se encuentran exacerbadas por la falta de personal.
Impacto en el personal y respuesta gubernamental
El estrés acumulado tras el incidente de abril llevó a varios controladores a tomar licencias, lo que ha agravado la escasez de personal en las instalaciones de Filadelfia, donde se supervisan los vuelos en Newark. Esto obligó a la FAA a ralentizar el tráfico aéreo en el aeropuerto, evidenciando la necesidad de una intervención más efectiva por parte de las autoridades.
En respuesta a estas preocupaciones, el jueves anterior, el Secretario de Transporte, Sean Duffy, presentó un ambicioso plan que incluye la modernización de varias instalaciones envejecidas y la actualización de la tecnología utilizada por los controladores, quienes gestionan alrededor de 45,000 vuelos diarios en Estados Unidos. Este tipo de iniciativas, que buscan mejorar la infraestructura crítica, son fundamentales para garantizar la seguridad y eficiencia en el transporte aéreo.
Los grupos de la industria de la aviación y los sindicatos laboraron aplaudieron la propuesta, instando al Congreso a aprobar al menos 31,000 millones de dólares en los próximos tres años para financiar estas mejoras. Esta inversión incluye 12,500 millones de dólares que ya se habían delineado en una propuesta de gasto de la Cámara de Representantes el mes pasado, enfocándose en la modernización del control de tráfico aéreo y la contratación de más controladores.
En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la capacidad de los países para adaptarse y modernizar sus infraestructuras es un indicador de su compromiso con la seguridad y el progreso. La situación en Estados Unidos sirve como recordatorio de los retos que enfrentan las naciones al intentar mantener un equilibrio entre la demanda creciente de servicios y la necesidad de actualizar sistemas que, en muchos casos, han quedado obsoletos.
