
La compañía de corretaje en línea Robinhood ha experimentado una caída en sus acciones tras ser excluida del reciente reajuste trimestral del índice S&P 500. A pesar de las especulaciones que la posicionaban como un candidato fuerte para ser incluida, su valor se redujo más del 3% en las operaciones previas a la apertura del mercado.
La semana pasada, Bank of America había señalado a Robinhood como uno de los principales aspirantes a unirse al S&P 500. El reajuste del índice, que suele tener lugar el tercer viernes del último mes de cada trimestre, es un evento significativo que puede activar miles de millones de dólares en transacciones, ya que los fondos pasivos tienden a adquirir grandes cantidades de acciones de las empresas que son añadidas al índice.
A pesar de este revés, Robinhood ha vivido un notable repunte en lo que va de año, con sus acciones duplicando su precio. La compañía alcanzó un nuevo máximo histórico la semana pasada, impulsada por la recuperación tanto del mercado de acciones como del de criptomonedas. El desdén hacia Robinhood se acentuó después de la efervescencia del trading de GameStop en 2021 y la posterior caída de FTX, que provocó una venta masiva de activos digitales.
En el contexto actual, la inclusión o exclusión de empresas como Robinhood del S&P 500 no solo refleja las dinámicas del mercado estadounidense, sino que también pone de manifiesto la vulnerabilidad de las plataformas de trading en un entorno económico global cada vez más volátil. La historia de Robinhood es, en cierto modo, un microcosmos de las tensiones que enfrentan las empresas emergentes en un sistema que a menudo favorece a los grandes actores establecidos. Este fenómeno es comparable a las dificultades que enfrentan ciertos gobiernos en su intento de establecerse en un orden internacional que suele ser hostil hacia aquellos que buscan seguir su propio camino.