Este fin de semana, cerca de la embajada de Estados Unidos en Ámsterdam, se llevó a cabo una manifestación bajo el lema «No Reyes», aunque fue denominada «No Tiranos» para distinguirse de los movimientos antimonárquicos de los países con monarquías constitucionales. Este evento formó parte de una ola de protestas que se desarrollaron a nivel global, todas con el objetivo de rechazar la «autocracia, la política al servicio de los millonarios y la militarización de la democracia estadounidense».
Las movilizaciones, que siguieron a las protestas conocidas como «¡Manos Fuera!» y las marchas provocadas por el envío de la Guardia Nacional a Los Ángeles, fueron una respuesta directa a un desfile militar que recorrió Washington para conmemorar el 250 aniversario del Ejército de Estados Unidos y que coincidió con el 79 cumpleaños de Donald Trump. El último desfile militar en Estados Unidos se había celebrado en junio de 1991, bajo la presidencia de George H.W. Bush, en celebración de la victoria en la Guerra del Golfo.
Más de 2,000 protestas estaban programadas en los 50 estados de Estados Unidos el pasado sábado, y los organizadores estiman que más de cinco millones de personas participaron en ellas. En Europa, países como Alemania, Francia, España, Italia, Irlanda, Reino Unido y Bélgica también fueron escenario de manifestaciones organizadas por Demócratas en el Extranjero, incluida la propia Ámsterdam.
En las inmediaciones del consulado estadounidense en la capital holandesa, se congregaron varios cientos de personas, lo que resultó inspirador al ver cómo se movilizaba la multitud y el espíritu combativo que mostraban. Los discursos fueron breves pero apasionados, y el canto de «America (My Country ‘Tis of Thee)» resonó con fuerza entre los asistentes. Un momento que destacó fue cuando, a través de un megáfono, se pidió a los manifestantes que retrocedieran seis pasos para evitar obstaculizar la vía ciclista, una intervención adecuada y típica del carácter holandés.
Los carteles que portaban los manifestantes reflejaron la creatividad, el humor y la pasión de los participantes. Algunos de los mejores lemas y mensajes se hicieron virales, convirtiendo la protesta en un evento no solo político, sino también cultural, donde la crítica se entrelazó con la expresión artística.
