
Un análisis de datos satelitales publicado en la revista Science el 19 de junio ha revelado que las aguas oceánicas están experimentando un cambio significativo en su color. En las zonas polares, los océanos se están volviendo más verdes, mientras que en las regiones ecuatoriales están adquiriendo un tono azul más intenso. Este fenómeno se debe a las variaciones en la concentración de clorofila, un pigmento producido por el fitoplancton, que se encuentra en la base de la cadena alimentaria marina.
Según Haipeng Zhao, autor principal del estudio y postdoctorado en la Universidad de Duke, «en el océano, lo que observamos a partir de las mediciones satelitales es que los trópicos y los subtrópicos están perdiendo clorofila, mientras que las regiones polares están experimentando un aumento en su concentración». Este cambio, si persiste, podría tener repercusiones significativas en las redes alimentarias marinas y, por ende, en la pesca global.
Cambio en las concentraciones de fitoplancton
Desde la década de 1990, se han documentado aumentos en la ‘greening’ (verdecimiento) en la superficie terrestre, impulsados por el aumento de las temperaturas y otros factores. Sin embargo, la medición de la fotosíntesis en los océanos ha presentado mayores retos. Aunque las imágenes satelitales pueden ofrecer datos sobre la producción de clorofila en la superficie oceánica, esta información es incompleta. Para el estudio, se analizaron los datos satelitales recolectados entre 2003 y 2022 por un instrumento de la NASA que escanea la Tierra cada dos días, midiendo la longitud de onda de la luz.
Los investigadores se centraron en el océano abierto, excluyendo las aguas costeras debido a la presencia de sedimentos suspendidos que alteran las propiedades ópticas del agua. A través de un análisis detallado, se evidenció que las áreas verdes del océano, especialmente en el hemisferio norte, se han vuelto más verdes, mientras que las zonas azules se han intensificado en su color.
Para entender la distribución de la clorofila, los autores del estudio aplicaron conceptos económicos como la curva de Lorenz y el índice de Gini, los cuales se utilizan para analizar la distribución de la riqueza en una sociedad. «Es como si los ricos se volvieran más ricos y los pobres más pobres», comentó Zhao, ilustrando la creciente disparidad en la concentración de clorofila en el océano.
El equipo también investigó cómo diversas variables, como la temperatura superficial del mar, la velocidad del viento, la disponibilidad de luz y la profundidad de la capa de mezcla, influían en los patrones observados. Se halló que el calentamiento de los océanos estaba correlacionado con los cambios en la concentración de clorofila, aunque otros factores no mostraron asociaciones significativas.
A pesar de estos hallazgos, los autores subrayaron que los resultados no pueden atribuirse directamente al cambio climático, ya que el periodo de estudio es demasiado corto para descartar la influencia de fenómenos climáticos recurrentes como El Niño. «Contar con mediciones durante varias décadas será crucial para determinar influencias más allá de las oscilaciones climáticas», afirmó Susan Lozier, decana del Colegio de Ciencias de la Universidad de Georgia Tech.
Si la tendencia de desplazamiento de fitoplancton hacia los polos continúa, podría tener un impacto notable en el ciclo global del carbono. Durante la fotosíntesis, el fitoplancton actúa como una esponja, absorbiendo dióxido de carbono de la atmósfera. La ubicación y la profundidad del carbono almacenado pueden influir en el calentamiento climático. Si el carbono se hunde más profundo o en lugares donde el agua no resurge durante mucho tiempo, se almacena durante períodos más prolongados, a diferencia del carbono superficial que puede regresar a la atmósfera más rápidamente.
Además, un descenso persistente del fitoplancton en las regiones ecuatoriales podría alterar las pesquerías de las que dependen muchas naciones de ingresos bajos y medios, como las de las Islas del Pacífico, para su alimentación y desarrollo económico. «El fitoplancton se encuentra en la base de la cadena alimentaria marina. Si se reduce, los niveles superiores de la cadena alimentaria también podrían verse afectados, lo que podría significar una posible redistribución de las pesquerías», concluyó Cassar.