Los asombrosos secretos de la migración de la polilla Bogong: un viaje impulsado por las estrellas

In Ciencia y Tecnología
junio 20, 2025

(La República)— Cada año, una diminuta especie de polilla en Australia emprende una migración nocturna de 1.000 kilómetros, un fenómeno que solo se había documentado en humanos y aves migratorias. Este descubrimiento, revelado en un reciente estudio, pone de manifiesto las sorprendentes habilidades de navegación de las polillas Bogong, que buscan escapar del calor viajando desde diversas partes del sureste australiano hacia las frescas cuevas de los Alpes australianos, donde se agrupan en un estado de dormancia. Posteriormente, regresan en otoño para aparearse y morir.

Navegación basada en las estrellas

Investigadores han replicado en laboratorio las condiciones de este asombroso viaje y han identificado una herramienta crucial que estas polillas utilizan para orientarse: el cielo estrellado. Según Eric Warrant, cabeza de la División de Biología Sensorial en la Universidad de Lund en Suecia y coautor del estudio publicado en la revista Nature, “se trata de un acto de verdadera navegación”. Las polillas son capaces de usar las estrellas como una brújula para encontrar una dirección geográfica específica, lo que representa un hallazgo sin precedentes en invertebrados. Además, estas criaturas también pueden detectar el campo magnético de la Tierra, lo que les proporciona un respaldo en caso de que alguna de sus herramientas de navegación falle, como puede ocurrir en días nublados o ante anomalías magnéticas.

Warrant destaca que, a pesar de tener un cerebro y un sistema nervioso muy pequeños, las polillas pueden combinar y utilizar estas dos señales de manera efectiva para orientarse. Este descubrimiento contribuye a la creciente opinión de que los insectos poseen habilidades excepcionales y son criaturas verdaderamente sorprendentes.

Un viaje excepcional y amenazado

La polilla Bogong, o Agrotis infusa, es completamente nocturna y presenta una envergadura de alas de aproximadamente 5 centímetros. Aunque suelen migrar en grandes cantidades, sus poblaciones han disminuido drásticamente en los últimos años, situándose actualmente en peligro de extinción, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Warrant, quien ha investigado previamente la capacidad de estas polillas para percibir el campo magnético, sospechaba que también podrían utilizar señales visuales para orientarse.

Para probar esta teoría, se diseñó un experimento en un laboratorio en el norte de Australia, donde se capturaron polillas utilizando trampas de luz. A cada polilla se le adhirió una varilla delgada de tungsteno, no magnética, que les permitió volar mientras se registraba su dirección con un sensor óptico. En un entorno controlado, se proyectó la imagen del cielo nocturno en el techo del laboratorio, replicando las condiciones del exterior, lo que permitió observar que las polillas volaban consistentemente en la dirección migratoria heredada, ya fuera hacia el sur en primavera o hacia el norte en otoño.

Los hallazgos de este estudio no solo revelan un nuevo mecanismo de orientación en un insecto migratorio, sino que también abren una línea de investigación apasionante sobre cómo las polillas detectan y utilizan la información de su «brújula estelar». Aunque se han hecho avances significativos en la comprensión de este fenómeno, persisten numerosas interrogantes sobre cómo integran sus sistemas de navegación, lo que sugiere que aún queda mucho por descubrir sobre las sorprendentes capacidades de estos insectos migratorios.

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