
Todo lo que existe en el espacio, desde la Tierra y el Sol hasta los agujeros negros, representa apenas el 15% de toda la materia en el universo. El resto del cosmos parece estar compuesto por una sustancia invisible que los astrónomos denominan materia oscura. A pesar de que se ha confirmado su existencia a través de la influencia gravitacional que ejerce sobre otros objetos, como la luz, la naturaleza exacta de la materia oscura sigue siendo un área activa de investigación.
Recientemente, el Observatorio Vera C. Rubin, ubicado en los Andes chilenos, ha comenzado una misión de diez años con el objetivo de desentrañar el misterio de la materia oscura. Este observatorio continuará el legado de Vera Rubin, una astrónoma pionera que amplió nuestra comprensión del 85% restante del universo. Con una cámara digital de 3,200 megapíxeles, la más grande jamás construida, el observatorio documentará todo lo visible en el cielo del sur cada tres noches, generando aproximadamente cinco petabytes de datos anualmente.
Los datos recopilados permitirán a los astrónomos observar fenómenos como supernovas, estrellas variables y asteroides, además de proporcionar la mayor encuesta de galaxias jamás realizada. Estas observaciones son fundamentales para investigar la materia oscura, ya que se ha demostrado que las galaxias no están distribuidas aleatoriamente, sino que son guiadas por la gravedad y la materia oscura, formando estructuras que asemejan una red de telarañas. Asimismo, la materia oscura distorsiona la apariencia de las galaxias a través de un fenómeno conocido como lente gravitacional, un efecto que podría ofrecer pistas sobre la localización de esta materia invisible.
La aportación de Vera Rubin a la astrofísica
Vera Rubin, quien fue la primera mujer en formar parte del personal científico del Instituto Carnegie en 1965, realizó importantes contribuciones al estudio de la materia oscura. En colaboración con Kent Ford, desarrolló técnicas para medir la velocidad de las estrellas en las galaxias. Sus hallazgos revelaron que las estrellas más alejadas del centro de sus galaxias se movían a la misma velocidad que las más cercanas, un resultado que desafiaba las expectativas basadas en la física newtoniana. Esta observación llevó a la conclusión de que debía existir una cantidad significativa de materia invisible influyendo en la dinámica galáctica.
El trabajo de Rubin ha sido clave para el avance en la comprensión de la materia oscura, y aunque durante años su interpretación fue objeto de debate, sus observaciones han sido cada vez más reconocidas. En 2019, se introdujo un proyecto para renombrar el telescopio de sondeo de gran sinoptismo como Observatorio Vera C. Rubin, y en 2025 se lanzará una moneda en su honor. A medida que el nuevo observatorio comience a producir datos, se espera que la investigación sobre la materia oscura avance significativamente, contribuyendo a desvelar los misterios que aún permanecen en el cosmos.