
El deseo de amar y ser amado es una aspiración común en la vida de muchas personas. Sin embargo, en el mundo moderno, las dificultades para encontrar el amor y los retos del matrimonio son temas recurrentes. A menudo, la persona que amamos no siente lo mismo, o viceversa. Interesantemente, muchos de estos dilemas ya eran objeto de reflexión en la literatura de la Antigua Grecia y Roma, donde se abordaban cuestiones sobre el amor que siguen siendo relevantes hoy en día.
Consejos para encontrar pareja
El poeta romano Ovidio (43 a.C.–17 d.C.) escribió un poema titulado El Arte de Amar (Ars Amatoria), donde ofrece consejos a los solteros. En primer lugar, Ovidio aconseja que se debe hacer un esfuerzo proactivo para encontrar a alguien que despierte interés. «Tu amante no vendrá flotando hacia ti; debe ser buscado», advierte.
Ovidio sugiere que los lugares propicios para encontrar pareja incluyen pasear por pórticos y jardines, asistir al teatro o, sorprendentemente, merodear cerca de los tribunales de justicia. Es fundamental captar la atención de alguien y, a partir de ahí, inventar una excusa para iniciar una conversación.
El poeta también enfatiza la importancia de buscar a la pareja durante el día, advirtiendo que la noche puede nublar el juicio: «No elegirás a la persona adecuada si estás borracho». Además, es crucial cuidar la presentación personal, desde la vestimenta hasta la higiene: «No dejes que tus uñas sobresalgan, mantén la limpieza y cuida tu aliento».
Si bien Ovidio se presenta como una especie de manual del amor, también menciona la posibilidad de recurrir a casamenteros. Sin embargo, el proceso de emparejamiento no siempre era transparente; el escritor ateniense Jenofonte (430–354 a.C.) señala que las personas a menudo caían «víctimas de engaños» en esta práctica.
La relevancia del amor
Los antiguos reconocían que la falta de amor podría tener consecuencias negativas, tanto para la salud mental como para la sociedad. El escritor romano Claudio Eliano (siglo II-III d.C.) afirmaba que los soldados enamorados luchaban con más fervor que aquellos que no lo estaban. Según Eliano, los espartanos castigaban a los hombres de buen aspecto y carácter que no se enamoraban, ya que consideraban que la afectividad estimulaba virtudes y valor.
Por otro lado, en la búsqueda del amor, pueden surgir rivalidades. Ovidio y otros autores antiguos relatan episodios en los que la competencia por una pareja podía llevar a conflictos. Por ejemplo, Cicerón (106–43 a.C.) narra cómo Gayo Memmio, un tribuno romano, se vio envuelto en una pelea con un rival amoroso. Las antiguas fuentes sugieren que para mantener el interés de un amante, era común exhibir riqueza, como organizar banquetes opulentos para impresionar.
Las preocupaciones sobre el amor y las relaciones han sido constantes a lo largo de la historia. En obras de teatro del siglo IV a.C., se reflejan debates sobre si es preferible permanecer soltero o casarse. Poetas como Píndaro (siglo VI-V a.C.) expresaban su pesar por no haber aprovechado oportunidades amorosas en su juventud, un sentimiento que resuena en la actualidad.