
La Bodleian y el escaneo 3D: una revolución en la conservación del patrimonio
Las Bibliotecas Bodleian de la Universidad de Oxford, conocidas como «Bod», celebran cuatro siglos de existencia y albergan una impresionante colección de 13 millones de objetos, entre los que destacan más de un millón de libros y manuscritos raros, así como papiros, mapas y fotografías. Recientemente, la biblioteca ha incorporado una innovadora tecnología de escaneo 3D llamada Selene, diseñada para capturar la textura y el color de superficies de bajo relieve. Este escáner, que funciona a un nivel de detalle excepcional de 25 micras, permite visualizar los textos y obras no solo como objetos bidimensionales, sino en tres dimensiones, revelando características que antes eran invisibles a la vista.
La importancia de esta tecnología se hizo evidente cuando se descubrieron marcas ocultas en un manuscrito medieval del siglo VIII, que contenía inscripciones en inglés antiguo del nombre de una mujer, Eadburg. Estas marcas, con profundidades que oscilan entre 15 y 20 micras, habían permanecido ocultas durante más de doce siglos. El hallazgo fue realizado por el fotógrafo principal de la biblioteca, John Barrett, en colaboración con la investigadora Jessica Hodgkinson, lo que llevó al desarrollo del proyecto «Mujeres en los márgenes». Este descubrimiento no solo amplía nuestro conocimiento sobre la historia del libro, sino que también subraya el potencial del escaneo 3D para desvelar secretos del pasado.
El taller Factum Arte, con sede en Madrid, ha sido pionero en la implementación de esta tecnología. Selene representa el esfuerzo más complejo de este estudio para el escaneo en 3D, combinando hardware y software personalizados para obtener resultados de alta precisión. La tecnología ha sido utilizada en prestigiosas instituciones, como el Museo Británico, y ha llegado a España para digitalizar la colección del Instituto Valencia de Don Juan, una de las más significativas de arte islámico en la Península Ibérica. El objetivo final es no solo preservar el estado de conservación de las obras, sino también facilitar el acceso a investigadores y al público mediante aplicaciones de navegación específicas, democratizando así el acceso al patrimonio cultural.