
La tasa de desempleo entre los jóvenes graduados universitarios en Estados Unidos ha alcanzado un alarmante 5.8%, el nivel más alto desde noviembre de 2013, excluyendo el periodo más crítico de la pandemia de COVID-19. Este dato, que pone de manifiesto la difícil situación en el mercado laboral estadounidense, afecta especialmente a aquellos que han completado su formación académica en los últimos años, muchos de los cuales se encuentran en una búsqueda constante de empleo que parece no dar frutos.
Rebecca Atkins, una graduada en derecho y justicia de 25 años, ha presentado más de 250 solicitudes de empleo en los últimos dos años, y describe su experiencia como “extremadamente desalentadora”. A pesar de su formación, ha encontrado que las posiciones que le interesan requieren años de experiencia, lo que la ha llevado a trabajos temporales y en la restauración, lejos de su campo de estudio. Este fenómeno no es único; muchos jóvenes, abrumados por la carga de deudas estudiantiles, enfrentan un futuro incierto.
Un mercado laboral en crisis
El descenso en las oportunidades laborales para los recién graduados contrasta marcadamente con la estabilidad del desempleo general en Estados Unidos, que se mantiene entre un 3.5% y un 4% desde el final de la pandemia. Esta situación ha sido objeto de análisis, ya que, según expertos, se debe a una combinación de desaceleraciones cíclicas en la contratación y la incertidumbre económica generada por las políticas de la administración de Donald Trump.
El impacto de la inteligencia artificial en el mercado laboral también ha sido señalado como un factor que podría estar afectando la disponibilidad de puestos de trabajo para los graduados. Según Gregory Daco, economista jefe de EY-Parthenon, la reducción en la contratación dentro del sector tecnológico está afectando desproporcionadamente a los recién graduados, quienes esperaban acceder a posiciones que, con los cambios tecnológicos, están en peligro de desaparecer.
La educación universitaria en Estados Unidos es una de las más costosas del mundo, con un coste promedio de 27,673 dólares anuales, y el 36.3% de los estudiantes subgraduados recurre a préstamos federales para cubrir esos gastos. En este contexto, la falta de empleo en su campo agrava la presión financiera que muchos jóvenes enfrentan al intentar establecerse por sí mismos en la sociedad.
Katie Bremer, otra joven graduada, ha tardado más de un año en encontrar un empleo a tiempo completo, y su situación no es única. Muchos de sus compañeros se encuentran en una posición similar, luchando no solo contra la falta de empleo, sino también con la presión de cumplir con expectativas sociales relacionadas con la vida adulta, como la independencia financiera y la estabilidad laboral.
Los analistas advierten que la recuperación del mercado laboral podría tardar en llegar, sugiriendo que los estudiantes podrían verse obligados a reconsiderar sus elecciones de carrera en un entorno laboral que cambia rápidamente. La preocupación por el futuro es palpable entre los jóvenes, quienes cuestionan cómo podrán afrontar el costo de vida y sus deudas en un panorama tan incierto.