
Una potente ola de calor está azotando amplias zonas de Europa, con temperaturas que alcanzan niveles muy por encima de los promedios estacionales. La Organización Mundial Meteorológica (OMM) ha atribuido este fenómeno al efecto de una «cúpula de calor» que se origina en el continente africano. Un sistema de alta presión en la región ha atrapado el aire cálido cerca de la superficie, comprimiéndolo y provocando un aumento significativo de las temperaturas.
Según el boletín de la OMM, «la falta de nubosidad permite que la radiación solar intensa llegue directamente al suelo», lo que intensifica aún más las ya elevadas temperaturas en la superficie. Este tipo de patrón meteorológico, conocido como «cúpula de calor», puede persistir durante varios días o incluso semanas, dando lugar a olas de calor prolongadas y generalizadas.
Impactos de la sequía y el cambio climático
Los meteorólogos advierten que este evento no es aislado, sino parte de una creciente tendencia de fenómenos meteorológicos extremos en el continente. La situación se agrava por la grave falta de lluvias experimentada a principios de año. Un informe del 23 de junio del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea sostiene que gran parte de Europa sufrió una reducción significativa de las precipitaciones entre marzo y mayo, lo que ha llevado a una sequía generalizada. La tierra reseca retiene menos humedad y amplifica el calentamiento de la superficie, empeorando los efectos de las altas temperaturas.
El JRC ha señalado que «la actual sequía está amenazando los ecosistemas y los sistemas agrícolas de Europa», advirtiendo sobre impactos en cascada en la producción alimentaria, la disponibilidad de agua y la biodiversidad. Las ciudades, por su parte, están sintiendo el peso de la ola de calor debido al efecto de isla de calor urbano. Las densas concentraciones de hormigón, asfalto y edificios absorben calor durante el día y lo liberan lentamente por la noche, manteniendo así las temperaturas urbanas más altas que en las áreas rurales circundantes. Esto no solo incrementa la demanda energética para la refrigeración, sino que también eleva los riesgos para la salud de las poblaciones vulnerables.
La evidencia científica apunta al cambio climático como un factor subyacente importante. Un estudio publicado por World Weather Attribution (WWA) el 20 de junio encontró que el calentamiento global causado por la actividad humana ha incrementado significativamente la probabilidad de días de verano inusualmente calurosos en el Reino Unido. El informe concluye que lo que antes se consideraba raro se está convirtiendo en la nueva normalidad. «Este tipo de temperaturas estivales serían extremadamente improbables sin la influencia de la actividad humana», afirma el informe del WWA, añadiendo que las olas de calor ahora representan una creciente amenaza para la salud pública en toda Europa.
Con la combinación de patrones climáticos naturales, degradación ambiental y cambio climático, los expertos subrayan la urgencia de implementar medidas tanto de mitigación como de adaptación. Esto incluye la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la reestructuración de la planificación urbana, la inversión en conservación de agua y la mejora de los sistemas de alerta temprana.
A medida que las temperaturas continúan en aumento y los extremos climáticos se vuelven más frecuentes, la actual ola de calor en Europa sirve como un recordatorio contundente de la aceleración de la crisis climática y su impacto generalizado.