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La amenaza de la automatización: ¿qué futuro esperan los jóvenes trabajadores manuales?

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octubre 08, 2025

Durante años se ha alertado sobre el impacto de los avances tecnológicos y la inteligencia artificial (IA) en el mercado laboral. Sin embargo, la realidad sobre cuáles empleos están realmente amenazados es más compleja de lo que parece. Las previsiones varían y la velocidad del cambio tecnológico dificulta la identificación precisa de los roles que desaparecerán. No obstante, algunos grupos son claramente más vulnerables que otros, especialmente aquellos que ocupan puestos manuales y de baja cualificación.

Un reciente estudio explora cómo los jóvenes de clase trabajadora en los valles del sur de Gales perciben el trabajo, la masculinidad y su futuro. Los hallazgos revelan una preocupante desconexión entre las carreras que están siendo automatizadas, las soluciones políticas propuestas y las aspiraciones de quienes dependen en gran medida del empleo manual. Si no se abordan estas cuestiones, podríamos enfrentarnos a un aumento del desempleo juvenil y una ampliación de la desigualdad social.

Los trabajadores más expuestos a la automatización son aquellos que desempeñan funciones manuales rutinarias, como los empleos en fábricas. Estos roles, que suelen ser ocupados por hombres con menos cualificaciones, son más fáciles de replicar por máquinas debido a su naturaleza repetitiva. En contraste, los trabajos que requieren habilidades sociales y emocionales, como la enfermería o la consejería, son más difíciles de automatizar y suelen asociarse a expresiones de feminidad o a una masculinidad más suave.

Masculinidad y trabajo manual

Los estudios sociológicos han demostrado que muchos hombres jóvenes de clase trabajadora se sienten atraídos por el trabajo manual. Esta atracción está arraigada en lazos sociales y en una identidad masculina heredada, donde los empleos físicos son considerados apropiadamente «masculinos». Al mismo tiempo, la educación formal y los roles de servicio al cliente suelen ser rechazados, ya que se ven como feminizados y en desacuerdo con las ideas tradicionales de la masculinidad.

En las conversaciones con estos jóvenes, se observa tanto continuidad como cambio en su percepción del trabajo y la masculinidad. La continuidad es evidente; el trabajo manual sigue siendo atractivo, con figuras paternas y familiares que actúan como modelos a seguir. Estas carreras son visibles en sus comunidades, reforzando la idea de que «eso es lo que hacen los hombres». Sin embargo, también hay indicios de cambio. Algunos jóvenes han expresado interés en carreras más allá de los roles manuales tradicionales, como ser paramédico, chef o trabajar en los medios de comunicación.

Este cambio a menudo ocurre a través de lo que se podría denominar un «proceso rupturista», cuando una experiencia personal desafía las nociones arraigadas sobre la masculinidad y el trabajo. Por ejemplo, un joven que decidió formarse como chef fue influenciado por su abuela al aprender a cocinar, lo que le llevó a explorar un camino fuera de las expectativas de género tradicionales y a adoptar una forma de masculinidad más expresiva.

Es relevante destacar que estos jóvenes no son completamente «anti-educación». Abordan la formación de manera pragmática, eligiendo materias que consideran útiles para sus aspiraciones y desestimando aquellas que ven como irrelevantes. Este matiz a menudo se pasa por alto en los debates políticos que los retratan como simplemente reacios al aprendizaje.

A pesar de los estereotipos, los hombres jóvenes de clase trabajadora no están condenados a nociones regresivas de la masculinidad ni limitados a ambiciones manuales. Algunos están ampliando sus objetivos, inspirados por diversas influencias que modifican su visión del trabajo y la masculinidad. Sin embargo, este optimismo no es suficiente. Las políticas actuales centradas en la mejora de habilidades digitales y el aprendizaje continuo fracasarán si ignoran las barreras culturales y estructurales que afectan las elecciones laborales. Para algunos jóvenes, la preferencia por el trabajo manual sigue siendo fuerte, ligada a tradiciones comunitarias y a su identidad masculina. Simplemente ofrecer nuevas habilidades no resolverá este dilema.

Para que el futuro del trabajo incluya a todos, es necesario implementar intervenciones específicas que aborden esta realidad. Esto implica programas comunitarios, mentorías por parte de modelos a seguir que sean cercanos y vías educativas que sean flexibles y prácticas. Igualmente importante es contar una nueva narrativa sobre lo que puede ser el trabajo y la masculinidad. La automatización está en marcha, pero el futuro no tiene por qué dejar atrás a los jóvenes de clase trabajadora.

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