A medida que 2025 avanza hacia su final, Disney se encuentra en la antesala de una decisión crucial para la industria del entretenimiento: la elección del sucesor de Bob Iger como CEO de la compañía. Según declaraciones oficiales, Disney anunciará su nuevo líder a principios de 2026, con dos candidatos internos que destacan como posibles sucesores: Dana Walden, co-presidente de Disney Entertainment, y Josh D’Amaro, presidente de Disney Experiences.
Walden posee décadas de experiencia en Hollywood, mientras que D’Amaro ha progresado desde el ámbito de productos de consumo hasta liderar la división de parques temáticos, llegando a ocupar el puesto de director de esta unidad tras el ascenso de Bob Chapek como CEO en 2020.
La posibilidad de que la junta de Disney opte por un modelo de co-CEO, similar al que ha demostrado ser efectivo en empresas como Netflix, ha cobrado impulso. Este enfoque podría permitir a Walden y D’Amaro compartir el liderazgo, aprovechando sus habilidades complementarias en diferentes áreas de la compañía.
El contexto de Netflix y su modelo de co-CEO
Netflix ha sido pionera en implementar un modelo de co-CEO desde 2020, cuando Reed Hastings nombró a Ted Sarandos como su co-CEO. Esta estrategia ha permitido a la plataforma no solo prosperar, sino también adaptarse a las demandas cambiantes del mercado. Desde la entrada de Greg Peters como co-CEO junto a Sarandos, las acciones de Netflix han crecido un 275%.
Este modelo de liderazgo ha demostrado su eficacia, ya que los dos directores pueden tomar decisiones sin interferencias, basándose en sus respectivas áreas de especialización. Sarandos se encarga de las decisiones creativas, mientras que Peters se ocupa de aspectos técnicos y de producto. Este enfoque ha contribuido a un ambiente corporativo donde la jerarquía rígida se reemplaza por una cultura más colaborativa y menos burocrática.
Sin embargo, la implementación de un modelo similar en Disney plantea desafíos significativos. A lo largo de su historia, la compañía ha enfrentado complicados procesos de sucesión y una cultura corporativa marcada por la política interna. La experiencia reciente de Disney también sugiere que un liderazgo compartido podría no ser el más adecuado, dado el contexto de luchas de poder que se ha vivido entre los altos ejecutivos.
La complejidad del conglomerado Disney, que incluye diversas adquisiciones y una amalgama de culturas empresariales, contrasta con la estructura más unificada de Netflix. Esto podría generar tensiones y conflictos que dificultarían la efectividad de un modelo de co-CEO.
Por otro lado, el legado de Iger, quien ha mostrado una notable resistencia a dejar el cargo y ha mantenido un papel activo incluso en sus transiciones, podría influir en la percepción de un posible co-liderazgo. La historia de Disney sugiere que la claridad en el liderazgo es fundamental para su éxito, y la confusión respecto a quién toma las decisiones puede llevar a ineficiencias y desconfianza entre los empleados.
