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La belleza femenina, social o personal

In Salud
marzo 01, 2017

Según los estudios de un grupo de prestigiosos sociólogos británicos, se ha llegado a la conclusión de que la belleza de una mujer florece a la edad de los 31 años. Afirman que esta es la edad donde se alcanza la cima de la hermosura, entre otros factores, por la seguridad y dominio que ya tiene sobre sí misma y porque encontró su propio estilo, elige el maquillaje y vestuario que más le favorece y posee la voluntad e independencia necesaria que le da carácter y fortalece su personalidad.

Este estudio basado en encuesta, realizado a más de 2.000 mujeres y hombres, valoraban más la seguridad en sí misma antes que los conceptos de belleza física tradicionales y, muy por encima, la estética o estilo personal que cada cual eligiese llevar. Además, para sorpresa de la mayoría, los encuestados decidieron que la juventud no era un factor determinante para que las mujeres fueran más atractivas.

Las edades de una mujer, y su continua lucha por parecer atractiva, es símbolo de una sociedad que sigue sin la equidad justa referente a las diferencias sexuales, que sigue estereotipada y anclada en viejos dogmas obsoletos, pero que la sociedad se resiste a abandonar.

Desde la pubertad, ya se contemplan los primeros arquetipos y estructuras diferenciadoras entre hombres y mujeres, los unos dedicados al juego, las otras dedicadas a la belleza. Y aunque la afección denominada acné aparece entre niños y niñas de 7 a 12 años, son las niñas las que dedican más tiempo a tratamientos para el acne.

Cada vez aparece antes, esto es un hecho, pues lo normal era que los primeros puntos negros, espinillas y granos, en definitiva, lo que nadie quiere en su rostro, aparecieran entre los 12 y los 18. En la actualidad, no es nada extraño que los primeros signos de acné se produzcan a los 7 o a los 9 años. Parece ser que uno de los motivos puede ser el cada vez más precoz inicio de la pubertad, lo que implica que se dediquen más esfuerzos a terminar con esta pesadilla con tratamientos naturales y no afecten de manera excesiva a la psicología de los niños.

Estas diferencias deben erradicarse desde estas edades tan tempranas y debe ser el tiempo y las propias decisiones las que, efectivamente, marquen el campo de acción que establezcan las propias mujeres para sí, sin que las sociedades las empujen u obliguen, de algún modo, a actuar como simples objetos decorativos.

Otra cosa muy distinta es que sean ellas mismas las que, a través del maquillaje, el peinado o su vestimenta, marquen su carácter y personalidad, con total independencia y por libre decisión. La elección de unos tintes fantasía para su pelo la harán resaltar, desenfadadamente, llamando la atención sobre sí mismas, sin que esto venga a significar ninguna imposición social, más bien al contrario, es un modo vitalista de reafirmar su independencia y libertad.

Para este tipo de coloración las mujeres más exigentes eligen tintes elumen, para coloraciones semipermanentes pero realmente intensas, que desaparecen al cabo de diez lavados, o con tintes fantasía permanentes, ambos productos ecológicos 100 %. La fórmula de Elumen es única, ya que a diferencia de la mayor parte de tintes que emplean amoníaco y agua oxigenada para cambiar el tono de tu pelo, este busca obtener los mismos resultados, pero solo mediante el uso de iones.

La belleza no tiene edad

Esta afirmación, con la que encabezamos la segunda mitad de este artículo, podría continuarse con la lógica de que tampoco tiene talla ni color, que en realidad la belleza es algo más profundo, que enlaza con la salud, la felicidad, la personalidad y la longevidad. La belleza es intrínseca y personal, todos somos hermosos, ya que todos somos diferentes,  ya que nacemos originales, y debemos evitar, en la medida de lo posible, morir como copias.

La belleza es en realidad un conjunto de unidades que implican elementos ancestrales, primitivos, como la salud, que significa la posibilidad de crear descendencia y que esta esté sana y sea fuerte. Es por esto que nos deleita la simetría y las proporciones equilibradas, ya que esto es sintomático de un buen sistema inmune.

A cierta edad, las mujeres prefieren un tratamiento fortificante, un champú como bonacure, que mantenga su pelo fuerte y enraizado, que de aspecto de fortaleza, porque eso ofrece como consecuencia una visión global de belleza.

Y es que dentro de nuestro circuito integrado, que es el cerebro, ya viene programado y aceptado que belleza y felicidad son indisolubles y eso se comprueba diariamente, al observar que las personas que disfrutan de la vida, también son más atractivas.

La mujer actual sabe que lo verdaderamente importante es la consecución de esa felicidad y que la belleza ayuda a alcanzarla. La mujer de hoy ya no sigue la publicidad chillona, machacona, incansable sobre los falsos cánones que dicen tener la clave. La mujer moderna tiene decisión propia, sabe elegir el camino, lucha por conseguir llegar a las metas propuestas, y sabe además que conseguir los objetivos las llenan de dicha y felicidad, que terminará por salir al exterior aumentando su belleza natural, cerrándose así el ciclo.

Es un hecho que seguir los estrictos modelos estéticos, que la sociedad moderna quiere imprimir en las mujeres, y también en los hombres, lo único que ocasiona es estrés, depresión, frustración, ira, todos elementos negativos que repercuten en la salud. Lo recomendable pues es llevar una vida tranquila y serena, con el criterio que cada uno elija tener al respecto de la estética, sin dejarse arrastrar por las corrientes de la moda.

Recordemos que la verdadera belleza se encuentra en la diversidad, en la salud y en la alegría de vivir. Todo lo demás son productos de consumo, que rara vez tiene que ver con la realidad y sí con la creación de mundos etéreos, que se esfuman tan rápido como han llegado, dejando al que los sigue con la terrible sensación de haber sido engañado y de una irrecuperable pérdida de tiempo.

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Escritor profesional, autor de novela, cuentos y relatos, algunos premiados. Columnista en diversos medios. Creador de contenidos, redactor y copywriter.