El futuro de los bosques ante el cambio climático
En las últimas décadas, los efectos del cambio climático han comenzado a tener un impacto significativo en los ecosistemas forestales de todo el mundo. En los últimos 25 años, se ha observado un aumento preocupante en la mortalidad de árboles en diversas regiones, desde África hasta Europa y América. Las condiciones de sequía, exacerbadas por el calentamiento global, han puesto en peligro a árboles que han sobrevivido durante siglos. Esta situación plantea interrogantes sobre la resiliencia de los bosques y su capacidad para adaptarse a un mundo cada vez más cálido y seco.
Investigaciones recientes han demostrado que los árboles son capaces de “recordar” períodos de abundancia de agua, lo que influye en su crecimiento durante años incluso después de que las condiciones húmedas han cesado. Los árboles jóvenes, que han crecido en un clima de sequía crónica en las últimas dos décadas, no llevan consigo la memoria de un pasado más húmedo. Esto podría conferirles una ventaja adaptativa en un entorno donde el agua escasea cada vez más, sugiriendo que estas nuevas generaciones de árboles podrían estar mejor equipadas para enfrentar los desafíos que trae consigo el cambio climático.
Además, estudios realizados en Suiza han explorado la posibilidad de irrigar los bosques como una forma de mitigar el estrés hídrico. Los experimentos realizados en la plataforma de investigación Pfynwald han mostrado que los árboles que recibieron riego durante períodos prolongados no solo sobrevivieron mejor a las sequías, sino que también experimentaron un aumento en sus tasas de crecimiento. Este enfoque ofrece una perspectiva interesante sobre cómo la intervención humana podría ser utilizada para apoyar la resiliencia de los bosques en un clima cambiante, aunque también plantea cuestiones sobre la sostenibilidad a largo plazo de tales prácticas.
