
La erupción volcánica de 2019 en la isla Whakaari/White Island, que provocó la muerte de 22 turistas y dejó a 25 heridos graves, se considera una de las peores catástrofes de Nueva Zelanda. Sin embargo, un riesgo aún mayor podría materializarse en uno de los destinos turísticos más emblemáticos del país, el Piopiotahi/Milford Sound. La forma de prevenir esta posible tragedia sigue siendo incierta.
El resultado de la tragedia en Whakaari fue la paralización inmediata del turismo en la isla, dado que la sociedad neozelandesa consideró inaceptable el riesgo de muertes relacionadas con el turismo. Esta decisión fue respaldada por las investigaciones y los procesos judiciales que siguieron al incidente, así como por las demandas civiles presentadas en nombre de los fallecidos y heridos.
Un nuevo análisis respalda esta postura. Se estima que el riesgo de muerte en Whakaari en 2019 era más de cien veces superior a los criterios internacionales de aceptabilidad de riesgo utilizados para calcular niveles tolerables de riesgo ante peligros naturales. Nuestra investigación también sugiere que el riesgo estadístico de muertes relacionadas con el turismo en Milford Sound es aproximadamente 50 veces mayor que en Whakaari.
Esta mayor peligrosidad se debe a la posibilidad de un deslizamiento de tierra generado por un terremoto, que podría provocar un maelstrom de olas de hasta 17 metros de altura en el fiordo. Tal evento devastaría la costa y cualquier embarcación presente, incluyendo cruceros. La estimación del peligro se basa en los 16 depósitos de deslizamientos de tierra de más de un millón de metros cúbicos que se encuentran en el fondo de Milford Sound, todos ellos generados desde que el fiordo se volvió libre de hielo hace aproximadamente 17,000 años.
Con más de un millón de visitantes anuales y un gran número de empleados expuestos a este riesgo, se estima que un evento de este tipo podría causar la muerte de aproximadamente 750 personas cada 1,000 años, basándose en las cifras de visitantes de 2019. Las consecuencias de tal catástrofe serían mucho más severas y de mayor alcance que las de la tragedia de Whakaari, debido a la alta cantidad de posibles víctimas. Además, los cruceros, con miles de personas a bordo, podrían verse gravemente afectados, incluso hundidos.
Un desastre impredecible e inevitable
Actualmente, Nueva Zelanda carece de regulaciones específicas que rijan el grado de riesgo al que los turistas pueden estar expuestos legítimamente. Sin embargo, existe un consenso internacional sobre que el nivel máximo de riesgo aceptable para la vida humana debido a peligros naturales es de aproximadamente una muerte cada 10,000 años.
La posibilidad de un tsunami desencadenado por un deslizamiento de tierra en Milford Sound no puede preverse con antelación y no hay medidas preventivas que puedan mitigar su impacto. La única advertencia sería el propio terremoto, ofreciendo a las personas, en el mejor de los casos, unos siete minutos antes de que lleguen las olas. Dado que la altura de la ola podría alcanzar los 100 metros al llegar a la costa, la posibilidad de escapar sería prácticamente nula.
La única forma de mitigar esta catástrofe sería reducir el número de personas expuestas al riesgo a aproximadamente 1,000 al año, lo que en la práctica implicaría cerrar Milford Sound al turismo masivo. Sin embargo, esta medida sería altamente polémica, dado el estatus internacional de Milford Sound como parte de un área de patrimonio mundial de la UNESCO bajo la tutela del gobierno neozelandés y el hecho de que la catástrofe podría no ocurrir durante siglos.
La decisión de paralizar el turismo fue la solución adoptada en Whakaari. Sin embargo, la escala mucho menor de las operaciones turísticas allí, y el impacto nacional correspondiente de su cierre, contrasta marcadamente con la situación en Milford. La alternativa sería que la sociedad neozelandesa decidiera colectivamente aceptar el riesgo de que, en cualquier momento del futuro, cientos de turistas pudieran perder la vida. Esto también tendría un impacto significativo en el turismo y la reputación de Nueva Zelanda.
No obstante, si se tiene conocimiento de que un tsunami desencadenado por un deslizamiento de tierra en Milford Sound tiene el potencial de causar la muerte de cientos de personas y provocar daños severos, el riesgo para la vida debería ser considerado inaceptable, y la única gestión viable pasaría por abandonar el turismo masivo en la zona. Estas son las decisiones que enfrentamos.