Un reciente estudio ha revelado que las empresas son más propensas a infringir las normas medioambientales cuando los responsables de sus finanzas, como los directores financieros (CFOs), muestran un exceso de confianza en sus capacidades. Estas violaciones medioambientales no solo perjudican el entorno, sino que también afectan negativamente el rendimiento a largo plazo de la compañía, especialmente en lo que respecta a sus calificaciones crediticias.
La investigación, que abarcó un análisis de casi 600 empresas estadounidenses durante un período de 17 años, encontró que aquellas situadas en estados que exigen considerar los intereses de todos los grupos de interés —y no solo de los accionistas— son más eficaces a la hora de evitar estos problemas y proteger su salud financiera.
Este estudio fue llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad de East Anglia (UEA), la Universidad Heriot-Watt, junto con colegas de la Universidad de Coventry, la Universidad de Bangor y la Universidad de Aberdeen, en el Reino Unido. A diferencia de investigaciones anteriores que se centraron en los CEOs, este análisis pone el foco en los CFOs, quienes son los principales tomadores de decisiones financieras dentro de las empresas.
El impacto de la personalidad del CFO en el medio ambiente y la economía
Según el Dr. Yurtsev Uymaz, de la Facultad de Negocios de la UEA, «lo novedoso aquí es que demostramos que la personalidad de los CFOs —especialmente si son sobreconfidentes— puede llevar a decisiones arriesgadas que dañan tanto al medio ambiente como a la empresa». Además, el estudio subraya cómo ciertas leyes estatales pueden ayudar a mitigar estos riesgos.
La profesora Patrycja Klusak de la Universidad Heriot-Watt añadió que «esto es relevante porque conecta el comportamiento ejecutivo con resultados tangibles, como la contaminación y el daño financiero. Prestar atención a los rasgos de personalidad de los líderes empresariales, en especial de los CFOs, es crucial. También muestra que las leyes orientadas hacia los grupos de interés pueden ayudar a prevenir conductas indebidas y proteger tanto al público como a los inversores».
Dada la importancia del sesgo de sobreconfianza de los ejecutivos en la formación de las acciones medioambientales de las empresas, los autores del estudio destacan la necesidad de fortalecer el control interno y la supervisión de decisiones de alto impacto, con la participación activa de todos los grupos de interés involucrados.
El Dr. Uymaz sostiene que «limitar la sobreconfianza de los directivos a través de la regulación puede mejorar la confianza y credibilidad de los inversores, ya que ayuda a contrarrestar la tendencia hacia el corto plazo impulsada por este sesgo». En particular, las empresas con CFOs sobreconfidentes podrían beneficiarse más de leyes orientadas a los grupos de interés, aunque también enfrentarían sanciones más severas por violaciones medioambientales.
Los hallazgos del estudio indican que el papel distintivo de los miembros de la junta directiva no debe ser subestimado, ya que pueden amplificar los impactos medioambientales de las empresas. Si bien la sobreconfianza en la gestión puede impulsar el crecimiento, también puede ser perjudicial para el rendimiento medioambiental si no se controla adecuadamente. Esto es especialmente relevante a nivel empresarial, ya que la mala conducta medioambiental puede acarrear costos significativos en términos de reputación y litigios.
El equipo de investigadores analizó datos financieros, comportamientos ejecutivos y registros de violaciones medioambientales de empresas estadounidenses entre 2006 y 2022. Posteriormente, evaluaron cómo estos factores se interrelacionaban y cómo la introducción de leyes que benefician a todos los grupos de interés afectaba a los resultados. En su muestra, las industrias más contaminantes, como el transporte aéreo y la petrolera, violaron las normas medioambientales aproximadamente el 62% de las veces, en comparación con solo el 10.6% en industrias más ecológicas como la tecnología y las telecomunicaciones.
La naturaleza de algunas industrias conlleva un mayor riesgo de degradación medioambiental, un factor que fue considerado en el estudio.
