La geopolítica española se encuentra en un momento crucial, donde las dinámicas del flanco sur, que abarca desde el norte de África hasta el Mediterráneo, cobran una relevancia sin precedentes. La relación con Marruecos, un vecino estratégico pero complejo, se torna vital, especialmente en el contexto de las reclamaciones sobre Ceuta y Melilla, así como en la gestión de la inmigración ilegal proveniente de países subsaharianos en conflicto, como los de la inestable región del Sahel.
La distancia que separa España de Finlandia es la misma que la que existe entre España y Gaza, lo que resalta la interconexión de los problemas de seguridad en el Mediterráneo y Oriente Próximo. La estrategia diplomática española debe, por tanto, considerar no solo la amenaza de Rusia, sino también las relaciones con países árabes como Marruecos, Argelia, Israel y Palestina, Egipto y Túnez.
La Diplomacia Española y el Flanco Sur
Recientemente, la diplomacia española ha logrado incluir el flanco sur en las conclusiones del Consejo Europeo del 6 de marzo, aunque de manera indirecta. Los líderes de la UE acordaron un plan de rearme y un nuevo paradigma de defensa que busca una Europa más soberana y capaz de actuar de forma autónoma. Este enfoque de “360º” debe integrar no solo el flanco este, sino también la vecindad sur, abordando cuestiones de seguridad que van más allá de lo militar, como la resiliencia y la respuesta a crisis climáticas.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha insistido en que la OTAN reconozca el flanco sur en su Concepto Estratégico, designando incluso a un representante especial para la vecindad sur, el diplomático español Javier Colomina. Esta designación subraya la importancia de la región mediterránea en la agenda de seguridad de la Alianza Atlántica.
Sin embargo, la situación en el norte de África y el Sahel es preocupante. Marruecos y Argelia están inmersos en un conflicto de baja intensidad, mientras que el Frente Polisario mantiene enfrentamientos con las fuerzas marroquíes. Esta tensión podría escalar y convertirse en un foco de conflicto que afecte directamente a España. Además, la inestabilidad en el Sahel, donde la actividad terrorista ha aumentado, ha llevado a un incremento en el número de migrantes que arriesgan sus vidas en busca de una mejor situación en Europa.
Los recientes acontecimientos en la región han puesto de manifiesto la fragilidad de la buena relación entre Madrid y Rabat. La respuesta de Marruecos a situaciones tensas, como el envío de inmigrantes a Ceuta en 2021, evidencia la complejidad de esta relación. En este contexto, surge la pregunta sobre qué tipo de inversión en defensa es más adecuada para España: ¿drones de vigilancia y satélites, o munición y carros de combate?
La crisis en Gaza también se inscribe en el flanco sur, aunque ha recibido menos atención en comparación con la guerra en Ucrania. La falta de pronunciamientos claros por parte de líderes europeos, como Ursula von der Leyen, sobre la situación en Gaza contrasta con la firmeza mostrada ante la agresión rusa. Este silencio podría reflejar una inclinación hacia el flanco este, dejando de lado la complejidad del conflicto en Oriente Próximo.
La nueva Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad de la UE, Kaja Kallas, ha mostrado un enfoque que prioriza los problemas de Europa oriental, mientras que su predecesor, Josep Borrell, mantenía un equilibrio más crítico respecto a las violaciones de derechos humanos en Gaza. La presión sobre la UE para que revise su acuerdo con Israel se hace cada vez más evidente, especialmente ante la necesidad de abordar la reconstrucción de Gaza tras el conflicto.
La situación actual exige un enfoque integral que contemple tanto la seguridad militar como el desarrollo y la estabilidad de los países vecinos. La estrategia de España en el flanco sur debe ser clara y coherente, buscando no solo proteger sus fronteras, sino también contribuir a la paz y la estabilidad en una región marcada por la inestabilidad y el conflicto.
