Un equipo de científicos de los famosos fosfatos de La Brea en Los Ángeles ha hecho un descubrimiento significativo al identificar una especie de enebro hasta ahora desconocida, denominada Juniperus scopulorum, o enebro de las Montañas Rocosas. Este hallazgo, junto con la primera datación por radiocarbono de estas plantas fósiles en el sur de California, amplía nuestra comprensión de los cambios ambientales pasados y destaca la vulnerabilidad de los enebros y los ecosistemas que moldean frente al cambio climático actual.
El estudio, publicado en la revista New Phytologist, ofrece claves para entender la extinción de la megafauna en los fosfatos y proporciona una perspectiva sobre nuestro futuro climático. Durante la era del Pleistoceno, los mamuts y los felinos de dientes de sable que caracterizan nuestra imaginación de Los Ángeles en la Edad de Hielo pastaban y cazaban en bosques de enebro. Estos arbustos, además de ser fuente de alimento para grandes herbívoros, desempeñaban un papel crucial en el ecosistema local durante al menos 47,000 años, antes de desaparecer por completo en el mismo evento de extinción que acabó con la mayoría de la megafauna.
Los investigadores habían identificado previamente dos especies de enebro en los fosfatos: el enebro californiano (J. californica), de semillas grandes, y un enebro enigmático de semillas pequeñas. Con diferentes tolerancias a la temperatura y la sequía, los enebros fósiles son vitales para comprender el clima cambiante de la última Edad de Hielo y cómo podrían sobrevivir ante el futuro climático que enfrentamos. Sin embargo, la identidad de la semilla enigmática había permanecido sin resolver hasta ahora.
Un hallazgo crucial en la investigación climática
La doctora Jessie George, investigadora postdoctoral en La Brea Tar Pits y autora principal del estudio, explicó: “Nuestro objetivo era identificar este enebro enigmático y, en el proceso, descubrimos varias cosas emocionantes. En primer lugar, identificamos este enebro como el enebro de las Montañas Rocosas, que es uno de los ejemplos más extremos de una planta que ha desaparecido localmente. No se encuentra en ninguna parte de California hoy en día.”
Como parte del estudio, George y su equipo realizaron dataciones por radiocarbono de las dos especies de enebro, lo que llevó a otro hallazgo interesante. “Al radiocarbono datar estas especies de enebro, encontramos un patrón fascinante de presencia recíproca: o solo enebro californiano o solo enebro de las Montañas Rocosas”, afirmaron los investigadores.
Dado que cada planta sobrevive en condiciones específicas, su presencia actúa como un proxy para el clima. George y sus colegas descubrieron que esta interacción entre los dos enebros coincidía con largos períodos de sequía y clima cálido y seco que de otro modo habrían permanecido ocultos en el registro fósil. “El enebro californiano es una especie mucho más tolerante a la sequía. Soporta mejor el déficit de humedad que el enebro de las Montañas Rocosas”, añadió George. “A través de estas ocurrencias alternadas de las dos especies en los fosfatos, tenemos un registro fascinante de aridez y sequía que antes no se había detectado”.
La pequeña dimensión de la semilla del enebro desconocido, comparable al área de la frente de Lincoln en una moneda de un centavo, representó un desafío, especialmente dado que aún no se ha extraído ADN de los fósiles de La Brea. En su lugar, George comparó la estructura de las semillas con otras especies de enebro, utilizando análisis de microscopía avanzada, análisis de imágenes y modelado de distribución de especies hasta alcanzar una respuesta definitiva.
Si bien el clima jugó un papel en su extinción local, el equipo considera que los incendios provocados por humanos también pudieron haber contribuido, de manera similar a lo que ocurrió con esos icónicos mamíferos gigantes. En un clima más cálido y seco, incluso las plantas bien adaptadas a la sequía no pudieron soportar el estrés adicional de los incendios humanos. Esto es especialmente cierto para plantas que no están adaptadas a los incendios forestales; a diferencia de muchas otras especies de coníferas, el enebro tiene poca tolerancia para sobrevivir o regenerarse después de los incendios. Este hallazgo subraya la amenaza continua que enfrentan los enebros debido al cambio climático inducido por el ser humano y podría informar esfuerzos de conservación en el futuro.
“Estamos viendo un declive dramático de estos árboles en el suroeste hoy debido a las temperaturas en aumento y a los incendios forestales incrementados por el cambio climático moderno. Por lo tanto, un registro directo de cómo pudo haber ocurrido esto en el pasado, qué factores estaban en juego y dónde se encontraban esos límites es increíblemente importante”, concluyó George. “Nos proporciona un mejor marco para entender una línea base de clima y medio ambiente que permita contextualizar los cambios en otra flora y fauna que observamos durante estos períodos de cambio significativo en el pasado. A medida que nuestra capacidad para datar fósiles con precisión mejora, se revela información más detallada de la vida antigua en La Brea.”