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Una invasión de necios, pero en la izquierda

In Opinión
septiembre 07, 2016

Hika Thoreau | Decía Gramsci que si la revolución no se ha producido solo puede ser debido a dos razones: o bien el/los partido/s revolucionario/s no lo son realmente, es decir, no hay revolucionarios reales, o bien éstos están tan impregnados de la hegemonía de la clase dominante que, ciertamente, no son revolucionarios. Esto, mas allá de una frase para la reflexión debería ser algo eternamente presente para quienes, de una forma u otra, pretendemos hacer política de clase o, como mínimo, transformar mínimamente la realidad de los currelas.

Es por ello que me siento bastante decepcionado por la multitud de camaradas de partido (comunistas) y compañeros de acción política (izquierda) que han repetido hasta la saciedad las opiniones pequeño burguesas de Umberto Eco en «la invasión de los necios». Sin menospreciar la obra del genial escritor, sus palabras son propias de quien no se siente paria, ni obrero, ni mucho menos tiene conciencia de clase.

En primer lugar, porque no parte de una concepción dialéctica, ni mucho menos materialista: internet permite a necios hablar con audiencia (resumen), pero de dónde y por qué surgen esos necios, qué supone o como se consigue tener audiencia no es cuestionable. Mas bien pareciera que el poder monopolista de la audiencia por parte de quienes si tienen altavoces es estático o pertenece a un orden natural, una reflexión puramente idealista.

En segundo lugar, y mas preocupante, es que sus reflexiones obedecen a un velado proselitismo sobre quién debe (o no), expresar sus reflexiones en público (Observemos aquí que esta apreciación es muy propia del discurso liberal y neoliberal sobre los cualificados o capaces). Todo se resume en: Si la voz parte de un medio consolidado, ese medio habrá cribado (lejos del criterios del oyente) que voces son adecuadas, capaces o cualificadas para expresar tal o cual cosa. Lo que se obvia en todo esto es que ese medio consolidado también tiene unos intereses que no siempre casan con el consumidor de dicha información. De hecho, esta forma de entender la vida relega a quienes no han podido pagarse una formación exquisita (la mayoría de obreros) a negarles voz, o simplemente inculca la idea de que quien tiene un trabajo manual no tiene la capacidad de tener una opinión política válida.

Por último, es cierto que internet produce una cacofonía informativa que reduce, a veces, la capacidad de quienes consumimos información de discernir objetividad de manipulación. Pero también es cierto que permite una democratización del uso y trasmisión de la información que antes no era posible. Si bien es verdad que los obreros nunca tuvimos voz, porque para ello había que costearse una televisión o un periódico, supimos como resolverlo mediante la organización sindical, parasindical y política. Hoy, con el uso de internet, lo mismo que hicieron nuestros abuelos de clase puede hacerse, esta vez más fácil que nunca. Existe el riesgo de la atomización y desorganización, existe el riesgo del click-activismo y la posibilidad de que desnortados intoxiquen lo que hacemos. ¿Pero acaso no era mas arriesgado que te ejecutasen por cruzar una frontera con el manifiesto comunista en el petate? ¿Acaso no era mas arriesgado que un registro de la Guardia Civil encontrase una copiadora de panfletos (una vietnamita) en tu casa?

Internet es una herramienta joven de la que aún tenemos que aprender. Sin embargo, si los comunistas actuamos como siempre (tarde y mal) a espaldas de las herramientas comunicativas que el sistema ofrece (resquicios), jamás seremos vanguardia. No podemos tildar de necios a quienes vierten su voz en las redes sociales acertadamente o no: la clase obrera nunca tuvo tribunas y mucho menos acceso a la audiencia. Si nos impregnamos de la ideología burguesa acabaremos aplaudiendo las medidas que ya ellos están tomando para cercenar esa «democratización». Esas medidas en las que Facebook, Youtube e Instagram sí son vanguardia DE SU CLASE. Mas nos valdría pensar porqué un currela escupe odio hacia la izquierda y amor hacia C’s o PP en lugar de tildarles directamente de necios. Mas nos valdría dejar de reírnos de los «cuñados» o «conspiranoicos» y hacer pedagogía política. En definitiva mas nos valdría mirarnos el ombligo de vez en cuando en lugar de caer en onanismos varios desde las alturas de una formación (alienada), poder adquisitivo (consumista) y forma de vida (hegemóníca) nos permite. Ser vanguardia o revolucionario depende de tener o no tener conciencia de clase, salvo que su clase quizá no sea la clase obrera.

Quien quiera entender que entienda.

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Diario obrero y republicano fundado el 14 de Abril de 2006.