Contrariamente a los intereses del pueblo sirio, expresados a través de todos los partidos progresistas del país, Izquierda Unida planea solicitar un alto el fuego en Siria, además de la salida del país de las fuerzas militares de Rusia e Irán, que combaten al Estado Islámico.
De este modo ha quedado reflejado en un documento presentado ante la Comisión Colegiada de la organización, y que será debatido el próximo sábado en una Coordinadora Federal. Si fuese aprobado por este órgano, esta pasaría a ser la posición oficial de Izquierda Unida al respecto del conflicto en Siria.
«Defendemos un proceso de paz auspiciado por la ONU en el que se dé una salida política al conflicto, comenzando por un alto al fuego que incluya a todas las fuerzas beligerantes y que incluya la retirada de cualquier tipo de presencia militar extranjera de Siria, incluidos los grupos terroristas. En dicho proceso de paz han de tener cabida todos los actores políticos, sin vetos, que apuestan por una salida democrática y laica al conflicto, garantizando los derechos democráticos del pueblo sirio, sin la tutela de potencias extranjeras, tal y como señalan las diferentes resoluciones de las Naciones Unidas al respecto. Dicho proceso de paz debe contener además una investigación que esclarezca los crímenes de guerra cometidos, y debe establecerse una justicia para la paz para que éstos sean juzgados. Exigimos el final inmediato de la ocupación sionista de los Altos del Golán» asegura el documento.
Comprender el contexto sirio
En la resolución de Izquierda Unida, se dice expresamente que «en marzo de 2011 comenzaron una serie de protestas en Damasco contra las políticas económicas del Gobierno de Bashar al-Assad, así como para reivindicar mayores libertades democráticas«, y se desarrollan una serie de cuestiones que, teóricamente, justifican una supuesta revolución ciudadana, reprimida, siempre según la propuesta de IU, por el Gobierno: «Las protestas que nacen de este descontento son las que pasan a ser duramente reprimidas por el Gobierno de al-Assad«.
En un documento que perfectamente podría haber sido firmado por Santiago Alba Rico, Izquierda Unida obviaría deliberadamente la realidad del pueblo sirio, y el papel que Occidente ha jugado en ese «levantamiento ciudadano».
Y es que, para entender el origen del conflicto en Siria hay que remontase a las diversas revueltas que se producen en el país en las últimas décadas, siendo –seguramente– la más importante, la proclamación de un califato islámico en la ciudad de Hama en 1982, con el objetivo de instalar un gobierno que se rigiera por una visión extrema del islam, lo que no fue aceptado por el Estado, en un país de gobierno aconfesional que cuenta con dieciocho minorías religiosas. Esta proclamación se produce tras la creación a finales de 1973 del brazo armado de los Hermanos Musulmanes, la Vanguardia Combatiente, que asesinó a cientos de funcionarios, profesores y policías en las calles. No es casual que se vuelva a elegir Hama como centro neurálgico de las protestas callejeras al calor de las mal llamadas “primaveras árabes” promovidas por Occidente.
A ello se sumaría una crisis económica que afecta fundamentalmente al campo, la implementación de una política de apertura económica que buscaba la liberalización del país, con la retirada de subsidios clave para la agricultura, y los efectos producidos por la retirada de las tropas sirias de Líbano, donde vigilaban el cumplimiento de los acuerdos de paz de 1989, y eran acompañados por miles de trabajadores sirios que enviaban remesas a su país y que regresaron con las tropas en 2005.
Producto de esta crisis muchos campesinos perdieron su sustento económico, produciéndose un desplazamiento de población desde zonas del noreste y el sur del país hacia las grandes ciudades, asentándose en barrios periféricos y precarizados de ciudades como Hama, Homs y Damasco, generándose un ambiente ideal para que estallara un conflicto, que fue rápidamente aprovechado por potencias extranjeras. Es Occidente, y en concreto Estados Unidos, quien organiza las revueltas ahora legitimadas por Izquierda Unida.
No se puede llamar “oposición democrática” a los instigadores extranjeros de esta revuelta, como hace IU en el documento, ya que la verdadera oposición se encuentra en el parlamento sirio y –a pesar de las diferencias políticas– se unen sin fisuras para defender la libertad y unidad del país.
La maquinaría de “guerra mediática” se pone en marcha, manipulando incluso las imágenes de las manifestaciones multitudinarias que se producen en apoyo al gobierno y presentándolas como protestas en su contra.