Desde que se declarara el estado de alarma y durante los siguientes meses, las gestorías han contado con un trabajo extra, debido a todas las modificaciones que se han hecho en la normativa, a lo que se suman los procesos habituales de cada año.
Las gestorías son oficinas privadas que se encargan, principalmente, de organizar y controlar, además de llevar a cabo, todo tipo de trámites en relación a las administraciones públicas, tanto para empresas como sociedades, profesionales o incluso particulares.
Lo cierto es que, por norma general, una asesoría y gestoría en Valencia o de cualquier otra ciudad de España, suele tener una importante carga de trabajo, especialmente en determinadas épocas del año, como es el caso del mes de julio y de enero. Sin embargo, estas tareas se han incrementado con creces desde que se declarara el estado de alarma.
Esto es así porque la crisis del COVID-19 ha hecho que tenga que modificarse la legislación vigente, cambien las normativas y por supuesto, se añadan nuevas ayudas que anteriormente a esta situación, eran totalmente inexistentes. Precisamente por todos estos cambios, tanto empresas como particulares y profesionales autónomos, han tenido que recurrir en mayor medida a las gestorías, para poder llevar a cabo trámites que, si antes ya eran complicados, con la situación actual se han vuelto casi imposibles de realizar de manera independiente e individual.
Horas y horas de trabajo
Con el inicio del estado de alarma, comenzaba el particular “caos” para las gestorías. Tanto es así, que muchos profesionales del sector han asegurado que, en los últimos meses, han estado trabajando alrededor de 15 horas diarias. Principalmente, este horario atípico de trabajo se incrementaba durante el tiempo que había que presentar la Renta, es decir, entre el 1 de abril y el 30 de junio, teniendo en cuenta que en este último proceso, se han tenido que añadir numerosas modificaciones y documentos, que antes apenas eran necesarios o directamente no existían.
Este hecho ha provocado que las gestorías tengan que controlar asuntos, que han sido totalmente novedosos, además de analizar y estudiar todos los cambios que se han producido con respecto a las políticas fiscales, a causa de la pandemia.
Una declaración diferente
Sin duda alguna, la declaración de la Renta es uno de los momentos más complicados para cualquier trabajador autónomo o empresa que se precie y ahora, mucho más, debido a todos los cambios que se han ido añadiendo.
Aparte de todo esto, hay que sumar la dificultad de que este proceso, en los meses de estado de alarma, no se ha podido hacer de manera presencial, por lo que las gestorías han tenido que adaptarte a estos tiempos y llevar a cabo la mayoría de los trámites de manera telemática o por teléfono.
Para facilitar el trabajo a estos profesionales, el Ministerio de Haciendo habilitó un programa denominado “Le llamamos”, donde ponía a disposición de los contribuyentes un teléfono de refuerzo para poder agilizar todas estas gestiones y de esta manera, ofrecer una herramienta adicional a las gestorías para poder realizar los trámites oportunos y resolver dudas casi a diario.
Lo cierto es que, a través de este teléfono, la Agencia Tributaria se encargaba de llamar a la persona correspondiente, en un día y hora concretos, y ayudaba a la misma a crear el borrador. No obstante, este proceso también ha provocado mucha incertidumbre, teniendo en cuenta que un buen porcentaje de españoles está acostumbrado a acudir a su gestoría, de manera presencial, y realizar allí todas las gestiones que corresponden.
Colapso total
Si bien es cierto los meses de la declaración de la Renta son de por sí complicados, hasta el día de hoy, las gestorías están desbordadas. Esto es así porque las ayudas proporcionadas por el Gobierno siguen estando vigentes y los plazos han continuado ampliándose, teniendo en cuenta que la situación con respecto al COVID-19, tampoco ha mejorado lo suficiente para volver a la “antigua normalidad”.
Además de las mencionadas ayudas, muchas gestorías han tenido que ocuparse de controlar y gestionar los ERTEs, situación que apenas se conocía en España, puesto que en la era moderna, jamás el país se había enfrentado a una pandemia de estas características.
De igual modo, se han producido muchos más despidos, se han acortado las plantillas y un gran número de negocios, principalmente en el sector de la hostelería, la cultura y el ocio nocturno, ha tenido que echar el cierre.
Ante este nuevo panorama, tanto los gestores como los asesores han visto como su trabajo ha cobrado mayor importancia si cabe, haciendo que tengan que aumentar su jornada laboral y adoptar responsabilidades casi desconocidas hasta el momento.
Lo barato, sale caro
Además de todo lo mencionado, hay que decir que, debido a las pérdidas de ingresos de muchos españoles, un gran número de contribuyentes se han decantado por contratar los servicios de lo que se conoce como gestorías “low cost”. Es decir, profesionales que ofrecen sus servicios a un precio más barato de lo habitual y, como se suele decir popularmente, a veces, lo barato, sale caro.
Precisamente por ello, las gestorías que cuentan con una mayor experiencia y reputación, finalmente no solo han tenido que atender a sus clientes de siempre sino también, a aquellos que han venido rebotados por gestorías cuyos servicios han sido más precarios.
Es importante tener en cuenta que, a la hora de contratar a este tipo de profesionales, hay que fijarse bien en algunos detalles clave, debido a que todo lo relacionado con el tema financiero, requiere de tiempo, dedicación y sobre todo, control, aún más si cabe en los tiempos de coronavirus.
Lo cierto es que los temas fiscales no se pueden dejar de la mano de personas que no cuentan con la experiencia suficiente ni con los conocimientos adecuados para llevar a cabo este tipo de trámites. Por este motivo, lo ideal es saber elegir una buena gestoría que cumpla con todos los requisitos y que controle, a la perfección, todos los movimientos que se llevan a cabo con respecto a la ley y las nuevas normas.